domingo, 30 de junio de 2013

Gayxample y nacionalcatalanismo..

La orgullosa interiorización del gueto.

Vivo en el gayxample y estoy encantado de que así sea, aunque también tiene sus inconvenientes, sobre todo los sábados y domingos por la mañana. Dada la gran variedad de gentes que lo habitan, pasearse por este cogollito de calles llenas de tiernas promesas arcoirisadas de delicadeza y lujuria le da al paseante desprejuiciado, como yo lo soy, una sensación de modernidad y liberalidad que es todo lo contrario de ese amilitarado movimiento etnofolclórico del independentismo. Si alguno de los miembros de la gaya comunidad anda bajo de defensas o es, como yo, corto de vista, el paseante complacido puede incluso acabar recibiendo un piropo que, a cierta edad, es como la parte de los ángeles de la viticultura, porque le sube a uno a la gloria de la vanidad. Como soy hermano de gay, he vivido muy de cerca el proceso de reivindicación de la carta de naturaleza social  del colectivo y me siento muy cercano a sus reivindicaciones sociales y, sobre todo, a la perentoria necesidad de penalizar legalmente la defensa de la homofobia, del mismo modo que está penada la negación del Holocausto en Alemania; si bien he discrepado, por ejemplo, de la reivindicación del derecho al matrimonio, por carcunda y tradicional, en la acepción más peyorativa del término.La unión libre e incluso el reconocimiento legal de las parejas de hecho me ha parecido siempre suficiente. Dicho esto, no dejo de reflexionar, sin embargo, sobre el fenómeno paradójico de que este barrio, de tan caras tiendas exclusivas para la comunidad gay, y donde un afeitado cuesta la friolera (del aftershave) de 12 euros, supone, en su concepción, una interiorización del concepto de gueto, algo alejado de lo que ha de ser el verdadero objetivo de la comunidad: no constituir "capítulo aparte" dentro de la sociedad, sino ser parte de ella con el mismo grado de relevancia, visibilidad o combatividad que otros colectivos como los obreros, los estudiantes, los estafados por los bancos, los desahuciados o cualesquiera otros que salgan. Falta, a mi parecer, un querer huir de ese espíritu de gueto que lleva a actitudes excluyentes, propias, como todo el mundo sabe, de los totalitarismos. Me parece que elevar la tendencia sexual a categoría social no le hace ningún bien a la defensa de los derechos del colectivo. Fellini dirigió una película bastante incomprendida, pero radicalmente mala y aburrida, a pesar de su intención ideológica profeminista: La ciudad de las mujeres. A veces, tengo una sensación parecida cuando me paseo por las calles de mi gayxample: Tiendas para gays, restaurantes para gays, hoteles para gays, bares para gays, discotecas para gays, barberías para gays (adinerados, como lo son muchos de ellos, por cierto, cuyo poder adquisitivo ha generado ya paquetes turísticos -y que nadie vea un fácil juego de palabras donde no lo hay...- exclusivos), saunas para gays, etc. Como se advierte, no es difícil hacer un paralelismo con el nacionalcatalanismo que, desde una perspectiva antropológica, aspira a convertir la sociedad en esa suerte de La ciudad de los catalanes -los que ellos acepten como tales, claro-, donde MM, ¡el divino Marcello!, sería un auténtico paria. Esta tendencia, pues, al grupo cerrado, al club exquisito en el que no se admite a cualquiera, es una manifestación de la paradójica interiorización del concepto totalitario de segregación. Entiendo perfectamente que acaso aún no hayamos llegado a la madurez social en la que la orientación sexual de los individuos no haya de ser una bandera de batalla y de vindicación, pero del mismo modo que las sociedades han de tender a la pluralidad no excluyente, los guetos como el del gayxample, aunque sea un gueto de lujo, deberían tender a desaparecer para fusionarse con la vida ciudadana de tú a tú. Mientras, y a pesar de esa desalentadora paradoja, sigue siendo un placer vivir en este barrio, salvo los sábados y los domingos por la mañana, claro.

1 comentario:

  1. Es curioso, Juan, porque la ideología del nacionalcatalanismo es palmaria. Hace pocos días ha muerto el escritor aragonés residente en Barcelona desde hace más de cuarenta años, Javier Tomeo. ¿Sabes qué representantes políticos catalanes había en su funeral? ¿Sabes cuántos miembros del mundo de la cultura catalana había? Te lo puedes imaginar. Javier Tomeo era un paria en esta Cataluña cuya ideología totalitaria es evidente y ha logrado, para mi desolación, que en el acto de masas nacionalistas del Camp Nou estuviera entre otros, Paco Ibáñez que se ha debido apuntar para estar en onda de gentes que lo aplaudan y que lo reconozcan aunque eso suponga dejar abandonados a muchos que lo tuvieron por alguien en el pasado y que nos consideramos españoles y no queremos ser aplastados y divididos interiormente por la vorágine nacionalista.

    En cuanto a los gays, es cierta la tendencia de que la comunidad gusta de sentirse en un ambiente propicio. En Estados Unidos se ha hablado, y no sé si se ha hecho, de crear escuelas para niños gays en que no se sientan discriminados y acosados. Este año tenía un alumno gay que no disimulaba su tendencia. Más bien la exhibía. Era un alumno muy conflictivo que dinamitaba las clases. Es un caso aparte en toda mi historia en que no he conocido a muchachos o muchachas que mostraran abiertamente su realidad sexual diferente de la mayoría. Puedo entender que busquen una atmósfera propicia para sentirse a gusto, sin tener que disimular. Reconozco que a mí, teniendo en la familia a algún gay que con su pareja están totalmente aceptados, me cuesta no sentirme afectado ante una efusión de afecto homosexual.. Y no me gusta ver películas en que se muestran estos sentimientos. Puedo aceptar su realidad social y política, pero me doy cuenta de que los heteros todavía ejercemos una especie de censura moral y sexual que puede llevarles a desear sentirse en su propio ambiente, aunque ello suponga la segregación.

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