domingo, 28 de septiembre de 2014

¡Record Guinness catalán, ya!



Ignoro si esta historia de los Guinnes es inferior, igual o superior en importancia a la otra Historia que suele provocar tanta controversia como, a veces, hilaridad, según los arúspices que interpreten los hechos y dichos de la especie humana sobre el planeta Tierra. El caso es que este impenitente observador de la vida cotidiana ha reparado en un récord Guinnes que aún no ha sido reclamado para que sea inscrito en tan brillante recuento de los grandes hechos de la humanidad, debidamente homologado por los representantes de los acreditados premios. Me refiero, como a nadie se le escapa, al promedio de “hechos históricos” por segundo que se viven en este pequeño territorio español de tan complejo presente como ficcionalizado pasado. La lista de días, hechos, momentos, jornadas, acontecimientos, etc., históricos que llevamos viviendo desde que se abrió la veda del disparate manifestador y la voluntad de imponer un estado por la fuerza de la ficción y el incumplimiento manifiesto de las leyes vigentes se escapan del poder científico de cualquier aparato que los registre con fidelidad. Respiramos hitos  históricos como otros ingresan millones en Andorra, a destajo; y no sería complicado, para cualquier avisado observador, establecer el nexo entre uno y otros hechos. Dándolos por supuesto, continuamos con la constatación de esa pasión historicista que se ha apoderado de buena parte de nuestros compatriotas y que lleva camino de convertirse en asfixiante para quienes aspiran a un moderado vivir que tiene en el justo medio su legítimo ideal, frente a los llamamientos revolucionarios a las barricadas que recibimos por parte de un poder local que busca, más allá de la legitimidad, la arbitrariedad de la sociedad sin ley, algo así como Dodge City antes de que llegara Errol Flynn. Desde la pluma Inoxcrom del Nada Honorable Mas, hasta los casi dos millones de personas que consiguieron respirar y salir con vida de la apretadísima V de vendetta que ocupó con aires futboleros una ciudad que nada tiene que ver con el aldeanismo primigenio de las reivindicaciones que representaban, pasando por la huida vergonzosa del ingenuo y converso Montilla de la manifestación por él convocada o los innumerables plenos, cada uno de los cuales ha sido más histórico aún que el anterior…, ¿qué catalán no guarda en la retina y en los oídos hechos y dichos históricos como los citados? Hozan en ellos y se revuelcan en ese cieno primordial, algo así como la sopa cósmica; y el alegre chapoteo totalitario ha llegado a  la casa Guinnes sin que, y ya es curioso, a nadie se le haya ocurrido que levanten acta de tales proezas para que nadie se llame a engaño y la verdad resplandezca en el famoso Libro de las Banalidades. ¡Esto no puede seguir así! ¡Un Guinnes para Cataluna (sic), por favor!


2 comentarios:

  1. Sin duda, Juan, sin duda.... Porque, desde que César cruzó el Rubicón, pareciera que el mundo todo se hubiera detenido hasta, al menos, 1700, cuando eclosionó la nación catalana, en la cual, como tan bien apuntas, no han dejado de sucederse relevantísimos acontecimientos de extrema importancia no solo para los catalanes, sino para el conjunto de la cofradía humana: hechos históricos, en definitiva.

    Uno de ellos, y no de menor importancia, acaeció cuando la lengua catalana se impuso a la castellana en todo el territorio nacionalcatalán, con la convicción -y aventurada esperanza- de que los millones de turistas guiris que visitan el "Franco Condado" cada año, sin duda seguirían en sus países de origen acelerados cursillos de catalán antes que de castellano, mudializando así no solo el idioma sino, también, el ideario patriótico...

    Un abrazo

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  2. Es lo que tiene el delirio de grandeza, una enfermedad aquí tan común como el dengue en otros países. Lo que ocurre es que, al final, como todo deviene histórico, es dificilísimo hasta realizar las funciones corporales más íntimas con la solemnidad histórica de que vivimos rodeados exige. Maliciosamente, sí que pienso que todo esto no hubiera llegado a tanto si hubiera habido algún que otro "polvo histórico" por el medio, porque la política es, acaso, uno de los sustitutos más eficaces del deseo sexual: joder a muchos...

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