lunes, 10 de noviembre de 2014

Días de menos.


       El cambio climático nos ha adelantado el febrero y en algunos tenderetes electorales del 9-N se desató la fiebre carnavalera por la que en este pueblo nuestro hay municipal devoción paradójica. Se contagió la festividad y 24 horas después ha llegado el momento de recoger los trastos, hacer caja y ponerle al mal tiempo de los números la excelente cara de la demagogia. 
      Con nada pueden contrastar tanto los datos "de parte" de hoy con los datos "de parte" de ayer. El mantra del 80% del "catalan people" -que pronuncia el NH Mas con impecable acento de veterano y poco dotado aprendiz del IEN (Instituto de Estudios Norteamericanos)- que ha paseado por un cuarto de mundo nuestro dicharachero y chulapón presidente -"Aquí estoy yo pa lo que la fiscalía quiera mandar..."-, se ha reconvertido en el 28% del "independent people" de Cataluña. Una aplastante majority convertida en surrealista rueda de molino con la que se quiere hacer comulgar a ese cuarto de mundo sobre las bondades de nuestra lucha por la independencia del estado opresor y antidemocrático llamado "Estado español", nunca España, palabra reservada en nuestra comunidad para un blanqueante comercial que adecenta los intersticios del enlosado doméstico, esos por donde, en la política cassolana, se cuelan los andalucísimos "conseguidores" del 3, 4 y 5%, como bien sabe el NH Mas, protegido del clan Pujol.
       No se ha regateado ningún esfuerzo, ni material ni humano; se ha invertido lo que no se tiene, sacado, eso sí, sin recortes, de las enfermizas arcas del gobierno autonómico; se han comprado voluntades y cabeceras periodísticas, radios y televisiones públicas y algunas privadas, y todas ellas, "afectas a la causa", se han convertido en canales monotemáticos con espíritu, letra y cuerpo de letanía ad maiorem patriae gloriam; se ha buzoneado con cargo al presupuesto; se ha tratado de imponer la publicidad institucional malversadora en la emisoras privadas; se ha facilitado-alentado, municipalmente, toda clase de manifestaciones; se ha intentado coaccionar a la población "no afecta" con visitas domiciliarias, con llamadas intrusivas, con marcas agresivas de "comercio amigo" -versión facciosa del friendly business, según parece-  que no buscaban sino identificar a los enemigos... 
       Pues después de todo este rosario de "ejemplar comportamiento democrático", al decir de los uniformistas apóstoles misioneros de la secesión, nos encontramos con una realidad, el 28% de independentistas que, se demagogee como se quiera, supone el mas espantoso de los ridículos y la más incontestable de las realidades. 
      "¿Todo para esto? ", se deben de estar preguntando los patrióticos demagogos secesionistas en sus cuarteles del febrerillo loco carnavalero. "Així no anem enlloc! De cap de les maneres!" Y la reacción per tant es la de reclamar con urgencia de guerra la madera, "¡más madera, más madera!", para asegurar un choque de trenes que de ninguna de las maneras se producirá. Los resultados "de parte" fijan claramente el techo de hormigón armado contra el que acaban de darse un atrevido batacazo, después del paso atrás que, como el ciego del Lazarillo, han dado para tratar de salir del reducido ecosistema en que se mueven. Y ahora toca lamerse las heridas, recomponer la figura y, demagogia en ristre, salir de nuevo, en las autonómicas, a estrellarse contra el mismo muro.
    Eran, en efecto, vísperas de mucho molino agigantado que han dejado a los fabuladores sin harina y sin costales. Son los que son, y aun menos, si se descuentan a los que la legalidad democrática -no la ad usum Delphini, sino la corriente y moliente de los países de nuestro entorno- no admite en el censo, y llegará el momento en que los humos de estos nuevos hunos que donde votan no crecen los opositores se irán deshilachando como neblina de fresca mañana de invierno. 
       Se ha hecho el recuento. Es hora de que se acabe el cuento de nunca acabar y de que nos atengamos a lo real: ¿Quién desgobierna en Cataluña? ¿Por qué nos tratan tan mal? ¿Por qué privatizan la sanidad pública? ¿Por qué marginan el castellano en la enseñanza pública? ¿Por qué se gobierna para los usuarios de las marinas de lujo? ¿Por qué no se ataja la corrupción? ¿Por qué no hay, ya, una renta vital mínima? ¿Cómo es posible, racionalmente, que el jefe del partido que apoya al gobierno sea al mismo tiempo el jefe de la oposición? ¿Por qué está proscrito la lengua oficial del estado en la vida oficial de la autonomía? ¿Por qué se roba a los funcionarios? ¿Por qué ahuyentan las inversiones extranjeras? ¿Por qué se vive del cuento y nunca se cuenta lo bien que viven de él? ¿En qué se gasta el gobierno autonómico el dinero de todos? ¿Por qué hay una televisión y radio publicas al servicio del gobierno? ¿Por qué se compran voluntades mediáticas con los dineros públicos? Et sic de caetaris.

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