sábado, 28 de junio de 2025

«Fundación Masaveu. Madrid: Arte español del siglo XX. De Picasso a Barceló». (Hasta el 20 de julio de 2025. Entrada gratuita.)

 



Una magnífica exposición que reconforta el alma en estos tiempos de tantas tribulaciones de plurales orígenes…

 

          Tiene visos de urgencia esta presencia hoy, aquí, en esta Provincia que siempre que puede se asoma a cualquier exposición que le recuerda que de la degradación democrática que vivimos solo puede consolarnos el arte, en cualquiera de sus muchas manifestaciones, porque, frente a la miseria de las  rastreras exigencias cotidianas del Poder, las obras de arte se erigen como un monumento que desafía el paso devastador del tiempo; tiene visos de urgencia, digo, porque la magnífica exposición cuyo título encabeza estas líneas tiene un plazo fijo de exhibición; hasta el 20 de julio del próximo mes, y sería imperdonable que quienes pudieran ir a verla no lo hicieran por puro desconocimiento, en estos tiempos de tantas ofertas para el ocio, pero no tan importantes como la presente.

 Los museos son, como lo vio Ramón, también camposantos, como las bibliotecas o las cinematecas o las gliptotecas, ya puestos, pero, paradójicamente, hay más vida y belleza en ellos que en las realidades cotidianas que determinan nuestra vida gris, solo luminosa cuando la luz de esas obras cuyo contacto respetuoso buscamos nos transfigura en el acto de su contemplación y comenzamos a sentirnos seres diferentes, de repente habitados por una belleza, un ingenio  o un desafío que nos pone en tela de juicio y nos hace replantearnos nuestra propia identidad.

          La Fundación Masaveu, nacida en Asturias, representa un esfuerzo privado de coleccionismo artístico puesto al servicio de los ciudadanos de forma gratuita, en un cuidadísimo espacio y con una selección de los mejores artistas españoles del siglo XX. Algunos serán, para muchos, un descubrimiento, e incluso de los más célebres hay obras poco vistas, como la impresionante Assumpta Corpuscularia Lapislazulina, 1952, de Dalí, que nos obliga a una serena contemplación prolongada y casi inacabable, si no fuera porque es bueno, y necesario, conocer las otras propuestas artísticas que se nos ofrecen. He aquí la lista de esos artistas, tras recurrir a la escasa información disponible en la red sobre la exposición para sacar la nómina de autores expuestos, porque, siguiendo mis usos habituales, iba yo, sin saberlo, armado con una peligrosa arma de destrucción masiva, un bolígrafo y un cuaderno, donde pensaba recoger mis impresiones particulares sobre lo que más me llamara la atención. «Persuadido…» por la vigilante de sala, sin que ella lo intuyera, del absurdo que supone la actividad  de escribir  más peligrosa que la de simplemente llevar el arma en la cartuchera/bolsillo, lo cual implica que el absurdo se ha instalado en nuestra sociedad como la norma, sin discriminación alguna sobre la confianza o recelo que «el otro» pueda suscitar, hube de reintegrar la amenaza al bolsillo bajo del pantalón y continuar la visita sin ese auxiliar que las mentes cansadas tanto valoran. Es, y así lo hago constar, la primera vez que, en un museo, el hecho de tomar notas se ha considerado un acto poco menos que potencialmente delictivo. Bueno, he aquí la lista aludida:  Pablo Picasso, María Blanchard, Juan Gris, Sorolla, Joan Miró, Salvador Dalí, Luis Fernández, Antonio López, Carmen Laffón, Antoni Tàpies, Manuel Millares, Eduardo Chillida, Esteban Vicente, Juan Genovés, Eusebio Sempere, Soledad Sevilla, Pablo Palazuelo, Cristina Iglesias, Juan Muñoz o Miquel Barceló, entre otros.

          De todos ellos hay presencia con obras en modo alguno «menores» y, de algunos de ellos, complementarias de aquellas otras por las que son mundialmente conocidos. La obra de Juan Gris, lo mismo que una escultura en madera de Chillida, compiten amablemente con la soberbia Asunción de la galavirgen de Dalí, y una pequeña pieza de Cristina Iglesias se te ancla a la mirada y te exige rodearla y sentirla en la yema del tacto de los ojos. A su manera, la exposición es un recorrido por nuestro siglo XX, de la mano de autores aclamados cuyas obras aquí reunidas acaso han sido muy poco vistas en otras exposiciones, y de ahí el valor de la muestra tan representativa como estimulante. No podemos olvidar la impresionante pieza en un patio interior de Jaume Plensa, lo que contribuye, dentro y fuera de las salas, a sentirse siempre en una atmosfera de relajación y disfrute que choca  con el ruido exterior de una realidad degradada y, ahora mismo, con una temperatura climática que invita a considerar la Fundación, no como esos «inventos ideológicos» de los refugios climáticos, sino como un refugio para las almas atribuladas y sedientas de la paz que, junto a la refrescante temperatura interior, pueden curarse, en él, de las incívicas heridas que nos inflige el triste politiqueo que nos (des)gobierna.

          ¡No se la pierdan!

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