domingo, 4 de noviembre de 2018

Crónicas de Robinson desde Laputa… II



El hallazgo de la lógica rancional

Sorprende que el reducido tamaño de Laputa esconda en su seno jardines tan amenos y tan poco frecuentados que bien pueda yo dedicarme a mi observación metódica y rigurosa  de Torilandia -abreviemos…- sin ser molestado por impertinentes admiradores a lo largo del día, ¡y menos aún de la noche!, porque, sí, lo reconozco, el principal país de esa taurófila península, ¡tan peculiar! -bizarre, habría de decir en nuestra irremplazable lengua- ha logrado cautivarme de tal modo que incluso mis propias aventuras de supervivencia palidecen algo, si comparadas con las insensateces, esperpentos y friquiñuelas que no solo se producen espontáneamente en ese país, sino que se reproducen como los conejos que, al parecer, dieron nombre romano -de origen fenicio, como todo el mundo sabe…- a ese conjunto de tierras diversas y poblaciones en permanente conflicto por un quítame allá esta o aquella identidad tautológica, herencia del cristianismo que aún es motivo de discordia, como enseguida veremos. Diríase del que me acoge, de este fresco jardín arbolado, que es algo así como mi backyard privado. Desde aquí, acompañado por la brisa que convierte en cítaras los pinos y disemina su fragancia por toda la contrada, observo con curiosidad filosófica, mi escoptofilia genética, los aconteceres, sobre todo políticos, que tanto apasionan a esas pobres gentes pendientes siempre de lo que no pueden gobernar y olvidados de sus propias vida, dejadas al azar de los vientos en una nave sin gobernalle y en una noche tempestuosa. El hospitalario Juan Poz que me ha acogido en su Provincia Mayor, definió perfectamente uno de los rasgos antropológicos de lo que él llamó Torilandia: el uso de la lógica rancional. Esa lógica rancional se multiplica a cada nuevo cráneo inprivilegiado que abre la boca para exhalar regüeldos que quiere hacer pasar por pensamientos. Prestémosle atención al último exabrupto del sector autonómico: equiparar el uso del castellano y del catalán en el sistema educativo catalán es un atentado contra el catalán como no se había visto desde 1978, ha venido a decir la ministra autonómica del ramo con un despliegue de ofendido papo valleinclanesco. Y quedose tan pancha y oronda y filológica. Prohibir una de las dos lenguas oficiales en Cataluña (los progres acomplejados han de escribir Catalunya, como Girona o A Coruña...) se ve que es una defensa de la cultura. Impedir que los escolares se formen en las dos lenguas propias y oficiales de la comunidad autónoma es, así mismo, otra defensa, en este caso acérrima -que está más cerca de lo que en realidad es, una cerrilidad-, de la educación y, de rebote, de la cultura. Y concluye, después de haber diseccionado otra muestra estadística de una tal Fátima Báñez, ejemplar nativo a medio camino entre los retratos de Picasso y Solana: Se ha de reconocer que la lógica rancional es, como dicen ahora los modernos, transversal. Es acogida en cualquier formación política de, como dicen los cronistas, todo el espectro ideológico, una expresión que asusta bastante más que el referente, la verdad, que ya es decir. Viene esto a cuento de los retorcimientos lógicos y lingüísticos que se han visto obligados a hacer quienes sustituyeron, vía moción de retales, al anterior gobierno de un tal don Tancredo o acreditado tancredista, que está por dilucidarse la cosa, dada la silente y sombría presencia pública del censurado, quien por fin puede dedicar sus días, full time,  a caminar y a seguir la actualidad polideportiva. Andan revueltos en Torilandia por la suerte de yenka que baila el Gobierno de la nación en todo asunto en el que fija sus objetivos propagandísticos, que no propiamente de gobierno. Así, la exhumación del Dictador, alguien sepultado en el más polvoriento de los olvidos, devenida resurrección a costa de no haber previsto qué hacer con sus restos, habiendo la familia expresado el deseo de enterrarlos en una nicho de propiedad familiar en un céntrica y horrible catedral de la capital, lo que ha dado pie a una esperpéntica intervención, saldada con copioso ridículo, por parte de la alucinante lugarteniente del Presidente, ante la diplomacia vaticana, acaso la más experimentada del mundo. O las gestiones de cesión de derechos para lograr un acuerdo con quienes quieren destruir el Estado en su actual forma de monarquía democrática, de modo que con su apoyo puedan aprobar unos presupuestos expansivos -a pesar de los tambores de crisis que ya se escuchan…-que los continúen alojando en el Gobierno durante un año más antes de convocar elecciones. Vistos desde Laputa, estos asuntos, parecen menudencias pueriles, porque son tantos los errores de estrategia, de comunicación y de actuación ante otras autoridades, que dan a entender que han sustituido temporalmente a un hipotético gobierno cabal -¡que no es el anterior!, y que en realidad acaso sea, como tal, “gobierno cabal”, una expresión sin referente real…- y se dedican, quienes usurpan sus funciones, a entretenerse en exhibir su poder ejecutivo, por nimio y, sobre todo, reversible que pueda ser tras unas elecciones en las que no saquen mayoría para formar gobierno. Los díscolos antipatriotas de la franja noreste, cuyos líderes siguen en prisión preventiva, ¡y lo que les queda…!, aún continúan sin decidir si se tirarán al monte de la acción directa, y directamente condenada al fracaso y a la cárcel, o insistirán en la senda reciente de los acuerdos “bilaterales”, los llaman ellos, para sacar el pecho de tú a tú, y aparecer ante sus fanáticos seguidores como auténticos “hombres de estado”, a pesar de que no dan la talla ni a pesar de que el sastre les haga el traje a medida, ese my tailor is rich que suelen tener todos los ciudadanos de esa península y del que presumen ante nosotros cuando quieren usar nuestra lengua. Acostumbrado a tan larga experiencia de la autosuficiencia, me choca que quienes gobiernan, y otros partidos que los apoyan, deseen convertir a sus votantes en gentes dependientes y con escasa o nula iniciativa para contribuir al bienestar propio y ajeno en una sociedad donde se premie la industria, el ingenio y el trabajo, pero ese es un camino sobre el que no me puedo extender en estas crónicas de esas gentes arbitrarias y esperpénticas que suelen olvidar lo esencial para perderse en los laberintos de los juicios de intenciones y las descalificaciones ad hominem, la expresión más pueril y deprimente del uso de la razón. Sí, no se me olvida que ahí abajo funcionan con esa lógica rancional, cuyos ejemplos, desde las clases dirigentes hasta las indigentes, más parecen propias de los yahoos que de las personas racionales. Sobre todo en las noches de luna llena y silencio llegan hasta este recóndito jardín esas voces desgarradas de las amenazas, los insultos, los sarcasmos y las chulerías, como si todas las personas acabaran el día colgados de una botella de aguardiente. Entrar en detalles como el de la ¡ministra de justicia! -sí, todo en minúsculas, ¡porque lo exige la objetividad!, que denuncia a compañeros de profesión por tener líos de sexo con menores sin denunciarlos, sin embargo, en sede judicial, o a la que le parece de perlas que un comisario explote a mujeres para sacar información de sus víctimas empresariales y políticas; o tener un ministro de ciencia, innovación y universidades cuyos criterios éticos a la hora de evadir el pago de impuestos -¡pagarlos nos ha hecho grandes, a los ingleses, realmente!- andan tan reblandecidos como los relojes del gran pintor español ampurdanés; o… Bien, no se ha de cansar a los posibles lectores de estas crónicas, no sea que no quieran volver a frecuentarnos. La política es el conjunto de trampas que nos ponemos, socialmente, para complicarnos la vida, en parte por sport, en parte por ese recio instinto de autosabotaje para el que solemos aliarnos hasta con el diablo, y no doy más detalles por no duplicar tal presencia maligna. Desde esa perspectiva, no es extraño que esa lógica rancional haya encontrado tan feliz asiento en Torilandia, para desesperación de los ilustrados que allí habitan, que no son pocos, aunque puedan menos. En fin, esta observación me distrae de la redacción de mis propias aventuras, pero la doy por buena en la medida en que puedo, a partir de ella, andarme por unas ramas de la reflexión por las que no me puede andar en mi largo y penoso cautiverio, tan ajustado como hube de vivir a los pormenores de la propia subsistencia. Me retiro a descansar, pero seguro que no tardaré en asomarme de nuevo a lo que ahí abajo ocurre, cuyas voces, en la noche estrellada, me llegan con una nitidez solo comparable a la de las voces que les llegaban a los viajeros que viajaron durante cinco semanas en globo por el norte de África.