martes, 19 de enero de 2016

La calle y la política: Relevo en la Particularidad catalana.


                            

Unos que vienen, otros que se van...

           Frecuento la calle, algo que muy pocos políticos suelen hacer; ni siquiera los que se reclaman como practicantes de la "nueva política" en el ruedo ibérico, quienes pisan más platós de televisiones que bendiciones al año regala el papa Francisco. No es mi hábitat fundamental, porque mi escritorio, en la alcoba de mi dormitorio, le roba el protagonismo. Con todo, como jefe de intendencia de mi Sociedad Limitada, pateo las calles con la constancia con que mi espíritu observador, marca de fábrica, atiende a cuanto me rodea. La calle como espacio publico que no sea de paso ha perdido muchos enteros. De hecho, ha sido sustituida por las terrazas, el nuevo ágora reputado, aunque lo es de pago, una diferencia en la que apenas se repara, como si la asistencia a las mismas estuviera al alcance de todos. Yo no frecuento terrazas, sin embargo. No soy de bares, ni de alcohol, ni de otras drogas que las que genera el organismo espontáneamente, algunas de las cuales son bastante más duras que las artificiales, por cierto. Con ese panorama urbano, he de confesar que ni en las plazas, ni en los comercios, ni en el quiosco, ni en el banco, ni en organismos públicos ni en el metro ni en el autobús ni en la cola del cine ni por puñetera casualidad... el relevo en la presidencia de la Particularidad secesionista se ha convertido en algo así como el "tema del día" o la "comidilla pública por excelencia". Es innegable que la capacidad para agotar a la ciudadanía de los protagonistas del famoso prusés hacia la quimera secesionista está suficientemente probada, y quizás a ello se deba que las manifestaciones para "provocar" un acuerdo de las partes en conflicto hayan tenido una asistencia testimonial y ridícula. La perspectiva de la desaparición del mapa político que le auguraban las encuestas a CDC sí que ha tenido un peso definitivo para que se obrase el milagro final: que el Nada Honorable Mas se haya apeado de su misión redentora, de su liderazgo mesiánico y deje paso a un receptor de subvenciones patrióticas, un andalucísimo "conseguidor" de dineros públicos para empresas de agitprop secesionista que ha llamado más la atención por su tocado capilar que por sus inexistentes ideas propias. La mediocridad del relevo en dicha presidencia ha sido de tal naturaleza que, ¡por fin!, los barceloneses nos hemos sacudido el tostón permanente del "definitivo día del juicio final" con que nos han estado  dando la brasa no solo el NHMas, sino su corte de adoradores del becerro de oro del futuro estado catalán. Rebajada la falsa solemnidad con que el NHMas se movía por el mundo mediático propio (aunque de naturaleza económica pública) -diríase que hasta cada una de sus inhalaciones y exhalaciones tenían un ni-se-sabe-qué de histórico...-, y dada la ausencia real, digo, en los espacios públicos de la ciudad, el relevo presidencial ha generado una espesa grisura ambiental que me río yo del smog británico de 1952... Ni siquiera, como motivo carnavalero, han comenzado las chirigotas sobre la inadecuación flagrante entre un político y un cometido como es el caso de Junqueras y la responsabilidad económica... Si un casi premio Nobel, solían decir,  ha dejado las finanzas de la Particularidad al nivel de bonos basura, con una deuda parecida, ya, a la que dejara Gallardón en Madrid, y dependiendo del famoso FLA que administra Montoro con la misma sonrisa colmilluda con que se acerca Drácula a las incautas jóvenes que duermen sin estar rodeadas de las protectoras ristras de ajos..., no es fácil hacer cábalas verosímiles sobre los inmensos ridículos que nos esperan desde esa área económica de un gobierno autonómico incapaz de pagar factura alguna, al margen de las del pesebre secesionista que lo sustenta como una entelequia mediática. Sí, a la calle ni siquiera ha llegado un bri de lo que podía entenderse como "ilusión política" capaz de alumbrar repúblicas como Rajoy reformas empobrecedoras para los trabajadores... Los barceloneses circulamos por la vía publica ajenos a falsos entusiasmos. Nadie es hoy más feliz ni infeliz de lo que pudiera haberlo sido antes del chalaneo presidencial. Como mucho, dormirán mejor todos aquellos a quienes la cup ha librado de la acusación judicial por parte de la Particularidad cuando, quienes ahora gobiernan, sitiaban el Parlamento y agredían a sus compañeros de hemiciclo. Cuando no llegan a la calle los movimientos políticos espontáneamente, quiere decirse que estamos a un paso del cadaverismo institucional. Tal vez solo cuando enterremos el cuerpo hediondo del prusés y alguien recupere la presidencia de la Generalidad democrática, sin contar los predecesores del Antiguo Régimen, podamos volver a hablar de ello con interés en cualesquiera espacios urbanos en los que ahora hablamos poco, y mal, de quienes quieren gobernarnos.

2 comentarios:

  1. Añoro el tiempo en que no leía periódicos ni veía las noticias. De hecho cuando llegan las nueve de la noche y salen en la tele los personajes del día la apago y me voy a otros sitios con la literatura o con Breaking Bad que ya ha llegado a mis manos (o a mi iPad). El prusés ... es un cocido madrileño con morcilla y alubias, flatulento, cargado de colesterol, solo para adictos. ¡Qué aburrimiento! ¡Qué pérdida de tiempo! Y así llevamos desde el Estatut. El eterno tema. La patria. Buaf. Y no se cansan. Increíble. ¿Qué inventarán este año para reunir a la multitud ese anodino once de septiembre? ¿Hacer círculos concéntricos en torno a Plaza Cataluña? Lo malo es que las agencias de noticias internacionales cada vez se hacen menos eco por lo reiterado de las hazañas en flecha, en cadena, en diagonal, en uve. Tremendo. ¿Y no habrá forma de tener otra cosa en la cabeza? La independencia, el Barça, la estelada ... Así reiterado millones de veces cansinamente, eternamente. Tiene que haber un infierno borgiano para los independentistas, espero. ¡Qué tengan que oír durante eones el himno del Barça y Els segadors sin descanso! Sin pausa.

    Menos mal que llega Juventud de Sorrentino. A ver.

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    1. Añade a ese infierno el consumo diario exclusivo de Calçots ensalsados, y discursos ininterrumpidos de la Rovira y la Forcadell como antimúsica de fondo, y ya tienes al Dante redivivo...

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