domingo, 20 de enero de 2013

Ataque a los votantes


...y a los abstencionistas.

               La moda del ¡leña al mono que es de goma! en que se ha convertido nuestra vida política nos deja impunes a votantes y abstencionistas, es decir, a la gran mayoría de los espectadores que, bien a salvo en el tendido, abroncamos, porque hemos pagado los impuestos, a los diestros que se desempeñan en ese albero esperpéntico de la política española, mientras que, en nuestra vida diaria, estamos dispuestos a cometer mezquindades, a escala, en nada diferentes de las que criticamos pidiendo el descabello de los matadores, no del toro, volviendo el pulgar hacia abajo. Desde la factura sin IVA hasta colocar a dedo, si podemos, a un familiar, pasando por evadir impuestos, tener trabajadoras de la limpieza sin seguro y sin papeles, etc., no nos libramos de esa espesa contaminación medioambiental de la corrupción. Los de arriba, en el fondo, imitan a los de abajo, mal que nos pese. Nada que hagan arriba se hace sin contar con que hay una suerte de derecho consuetudinario que los avala: y esta es la única explicación de las reiteradas victorias electorales del vulgar chorizo Camps, de la prepotente, sobornadora y arbitraria Aguirre, del no sabe/no contesta de Rajoy o de aquellas viejas glorias del chalaneo y el rufianismo político-económico como Mario Conde o Javier de la Rosa. En este país se avala y aplaude el triunfo a expensas de la candidez de los administrados y de su escasa organización social, y se predica el individualismo, ¡tan nuestro!, para poder seguir exprimiendo la ubre de los dineros públicos (del mismo modo que, en sentido contrario, en Cataluña se exalta lo común sesgado, con el mismo afán esquilmador). Así pues, ¿estamos libres de pecado, indignados o no?, ¿somos o no somos cómplices de esos usos "inveterados"? Que después de tantos años de democracia haya un déficit democrático tan sólido en nuestro país nos dicen bien a las claras que aún no hemos interiorizado qué es la "cosa pública" ni qué parte nos toca en su gestión a "todos y cada uno" de los españoles. Estamos indignadísimos, por supuesto -y ya es célebre la viñeta de Máximo en el País, hacia los finales de los 80: "Susana no me quiere y la culpa es de los socialistas" (Quizá no sea Susana, pero cito de memoria)-, y no cesamos de repetir que "tendríamos que echarlos a todos", con esa alegría de quienes se desahogan en la barra del bar, en la mesa del comedor o durante el cigarrillo a la intemperie, pero nos negamos en redondo y en cuadrado a cruzar el trecho famoso del dicho al hecho. Somos decidores, pero poco hacedores. ¡Uf, qué trabajazo! Aflora el escepticismo y todo queda en agua de borrajas. ¿No les pagamos?, ¡pues que hagan lo que queremos!, porque que tenemos "toda la razón" es algo que no admite duda...  Y estamos dispuestos a gobernar el país con votaciones soleadas a mano alzada..., y para puros y honrados, nosotros... La política se construye día a día y si la participación fuera mayoritaria, la parte alícuota de responsabilidad que nos tocaría haría más llevadera esa participación. Así pues, tanto los votantes que creemos "cumplir" echando el voto a la urna, como los que pasan de ellas, deberíamos asumir nuestra responsabilidad en el actual estado de cosas, es decir, en las cosas del estado.

3 comentarios:

  1. Pues yo no estoy de acuerdo de que yo sea copartícipe de la corrupción como parte alícuota ni que los gobernantes corruptos sean en alguna medida expresión de mi actitud ante la democracia y los bienes públicos. Me parece inverosímil y a la vez tremendamente justificadora esta teoría respecto a los desmanes que han tenido lugar por parte de los administradores públicos. Todos somos corruptos en un nivel u otro, vienes a decir. Pues no. Yo no tengo que ver con Bárcenas, Urdangarín, Millet, Duran i Lleida, Baltar, Camps, Fabra … Además hayan hecho lo que hayan hecho sabemos que no pagarán, que los librarán porque tienen padrinos, porque hay una red de complicidades y solidaridades en el aparato político … El ciudadano de a pie que no es corrupto conoce el juego que se traen por arriba … y sabe que él es ajeno al mismo. No, no creo que todos seamos culpables.

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  2. La corrupción se ha aceptado en cierto modo cuando estábamos en etapa de abundancia. Cuando tenemos un cubo lleno de monedas, que venga el listo de turno a robarse algunas nos puede joder, pero si no notamos que el volumen de monedas baje en realidad no nos molesta profundamente. El problema es cuando el cubo está vacío y de 5 monedas, vemos que el listo de turno sigue cogiéndose la misma cantidad que antes y nuestra indignación de golpe resulta más que palpable.

    No creo que el problema de la corrupción en España esté relacionada con el dinero que algunos defraudan a hacienda porque en nuestro país siempre se ha diferenciado muy bien la picaresca para los pequeños delitos perdonables que cualquiera puede hacer del criminal con todas sus letras que es quien es aprovecha de los demás como hacen políticos y banqueros, sobre todo últimamente.

    Por cierto, ojalá estuviéramos en una “cosa pública” (res publica -república-, en latín) en vez de en una democracia.

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    1. ;onarquía, quería decir :D (debería plantearme seriamente revisar los textos antes de darle a ”publicar”).

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