Barçalunya, capital Portaventura, a la
conquista del mundo mundial.
La retórica política se ha
teñido de retórica deportiva, si es que alguna vez han sido diferentes, y el
hooliganismo se ha apoderado tanto de la calle como de los medios de
comunicación a las masas –cada vez más reducidas y de miembros más dispersos,
por cierto, porque los canales por los que viaja la información se han
multiplicado como la trampa geométrica del inventor del ajedrez–, de ahí que
cueste mucho trabajo distinguir entre el objetivo de una manifestación política
y de una deportiva: las banderas son las mismas, los gritos idénticos, la
soberbia exacta…
No sé si han leído alguna
vez un diario deportivo, que, a su vez, es lo más parecido a un programa del
corazón en el que se sustituyen los lances de cama por los lances de césped y
las heridas sentimentales por las lesiones musculares; o si han asistido a una
tertulia deportiva, hipóstasis de las políticas, con milimétricas imitaciones
de los mismos métodos dialécticos que ha popularizado la “verdulera nacional”,
Pilar Rahola; pero si han hecho ambas cosas –y aún conservan íntegra la
capacidad de raciocinio y una buena parte del sentido común que en perfecto
prorrateo les toca– se darán cuenta de la dimensión exacta del movimiento
secesionista: el Movimiento Nacional Catalán –tan cercano a la Padania y a los
padaneros, como ha demostrado el Caudillo
Mas recibiendo a uno de sus máximos dirigentes– es un club, es “nuestro club”,
son “nuestros colores”, es “nuestro himno” y, por supuesto, “somos los mejores”
y no admitimos ni comparación ni equiparación posible. Insatisfechos con haber conquistado
el planeta del fúmbol, nos parece
pequeña tal hazaña y ahora nos hemos propuesto conquistar el mundo político mundial
para que el universo entero –agujeros negros incluidos– sepa que, al estilo de
la vieja película: “Ha nacido una estrella”, ahora “Ha nacido un nuevo estado”,
porque nación lo hemos sido siempre. Gaudí ha dejado de ser el santo y seña de nuestra
presencia referencial en el mundo, hasta el punto de que bien podía ser considerado como nuestra capital, dado que
sus obras son lo más visitado por los turistas, junto con el sagrado museo que
da nombre a nuestra tierra, Barçalunya, que tiene ahora no sólo un estado nuevo que ofrecer
al mundo para que admiren la entereza de un clubpueblo capaz de tamaña hazaña nobélica –no de premio Nóbel, sino de
no bélica– y nos dejen convertirnos en lo menos que debemos ser: una potencia
económica que ha de entrar por derecho propio en el G7; sino también una nueva ccapital: Portaventura, corazón del distrito ludópata de la antigua Tarraco.
De momento ya contamos con dos importantes avales internacionales: Lituania, que le niega la ciudadanía a sus habitantes de origen ruso, los equivalentes a los charnegos barçaluñanos y la Padania irredenta de la fascista Liga Norte de Umberto Bossi, cuyo máximo representante, Maroni, acaba de ser recibido de forma casi clandestina y vergonzosa por nuestro caudillo seccesionista.
De momento ya contamos con dos importantes avales internacionales: Lituania, que le niega la ciudadanía a sus habitantes de origen ruso, los equivalentes a los charnegos barçaluñanos y la Padania irredenta de la fascista Liga Norte de Umberto Bossi, cuyo máximo representante, Maroni, acaba de ser recibido de forma casi clandestina y vergonzosa por nuestro caudillo seccesionista.
Con esos presupuestos
ideoilógicos, la calle y el Movimiento Nacional, sin embargo, sufren aún un
divorcio alarmante. Es cierto que son muchos los consumidores de los diarios
deportivos, pero suelen ser gentes de escasa preparación intelectual y pocas
luces, las suficientes, eso sí, para dejarse arrastrar, los más cebolludos, por
las soflamas incendiarias de los Caudillos del duunvirato gobernante. Otros, la
mayoría, aún confían en que Barçalunya deje de serlo y que Barcelona vuelva a
ser, algún día, la capital que fue antes del hundimiento del Titánic, que, como
saben, ocurrió en nuestras calles hace ya algunos lustros.
En todo caso, maese Pérez, habrá que darles ventaja para que sean capaces de llegar a su meta -decir destino sería tanto como concederles que realmente tienen una misión superior; o divina, como Franquito. ¿Para qué ponerles zancadillas, si ellos solos son capaces de trastabillar y caerse? Es decir, sin ayuda...
ResponderEliminarEs noble el deseo último de independencia, sea ésta la que sea y de lo que sea que se quiera uno (o muchos) independizar. Dale cuerda, dale cuerda... Y, mientras, para que la espera no se haga tan larga, sigamos arrojando carne analfabeta -es decir, sin alfa y sin beta- al anfiteatro de los cretinos seguidores de todo. Por cierto, ¿quizá la vuelta a las civilizadas costumbres romanas de los juegos sería capaz de reducir las listas del paro?
Un abrazo
No lo veremos, espero, aunque la primera limpieza nacional sería la de los repatriados que decidieran seguir siendo españoles, a los que se les "invitaría" a irse a "su tierra", por más que llevasen en ésta hasta cinco generaciones, pero así se escribe la Historia, como bien sabes: "marcando territorio con los orines del patriotismo".
Eliminar