viernes, 17 de enero de 2014

Barçalunya, capital Portaventura, a la  conquista del mundo mundial.
La retórica política se ha teñido de retórica deportiva, si es que alguna vez han sido diferentes, y el hooliganismo se ha apoderado tanto de la calle como de los medios de comunicación a las masas –cada vez más reducidas y de miembros más dispersos, por cierto, porque los canales por los que viaja la información se han multiplicado como la trampa geométrica del inventor del ajedrez–, de ahí que cueste mucho trabajo distinguir entre el objetivo de una manifestación política y de una deportiva: las banderas son las mismas, los gritos idénticos, la soberbia exacta…
No sé si han leído alguna vez un diario deportivo, que, a su vez, es lo más parecido a un programa del corazón en el que se sustituyen los lances de cama por los lances de césped y las heridas sentimentales por las lesiones musculares; o si han asistido a una tertulia deportiva, hipóstasis de las políticas, con milimétricas imitaciones de los mismos métodos dialécticos que ha popularizado la “verdulera nacional”, Pilar Rahola; pero si han hecho ambas cosas –y aún conservan íntegra la capacidad de raciocinio y una buena parte del sentido común que en perfecto prorrateo les toca– se darán cuenta de la dimensión exacta del movimiento secesionista: el Movimiento Nacional Catalán –tan cercano a la Padania y a los padaneros,  como ha demostrado el Caudillo Mas recibiendo a uno de sus máximos dirigentes– es un club, es “nuestro club”, son “nuestros colores”, es “nuestro himno” y, por supuesto, “somos los mejores” y no admitimos ni comparación ni equiparación posible. Insatisfechos con haber conquistado el planeta del fúmbol, nos parece pequeña tal hazaña y ahora nos hemos propuesto conquistar el mundo político mundial para que el universo entero –agujeros negros incluidos– sepa que, al estilo de la vieja película: “Ha nacido una estrella”, ahora “Ha nacido un nuevo estado”, porque nación lo hemos sido siempre.  Gaudí ha dejado de ser el santo y seña de nuestra presencia referencial en el mundo, hasta el punto de que bien podía ser considerado como  nuestra capital, dado que sus obras son lo más visitado por los turistas, junto con el sagrado museo que da nombre a nuestra tierra, Barçalunya, que tiene ahora no sólo un estado nuevo que ofrecer al mundo para que admiren la entereza de un clubpueblo capaz de tamaña  hazaña nobélica –no de premio Nóbel, sino de no bélica– y nos dejen convertirnos en lo menos que debemos ser: una potencia económica que ha de entrar por derecho propio en el G7; sino también una nueva ccapital: Portaventura, corazón del distrito ludópata de la antigua Tarraco. 
De momento ya contamos con dos importantes avales internacionales: Lituania, que le niega la ciudadanía a sus habitantes de origen ruso, los equivalentes a los charnegos barçaluñanos y la Padania irredenta de la fascista Liga Norte de Umberto Bossi, cuyo máximo representante, Maroni, acaba de ser recibido de forma casi clandestina y vergonzosa por nuestro caudillo seccesionista. 
Con esos presupuestos ideoilógicos, la calle y el Movimiento Nacional, sin embargo, sufren aún un divorcio alarmante. Es cierto que son muchos los consumidores de los diarios deportivos, pero suelen ser gentes de escasa preparación intelectual y pocas luces, las suficientes, eso sí, para dejarse arrastrar, los más cebolludos, por las soflamas incendiarias de los Caudillos del duunvirato gobernante. Otros, la mayoría, aún confían en que Barçalunya deje de serlo y que Barcelona vuelva a ser, algún día, la capital que fue antes del hundimiento del Titánic, que, como saben, ocurrió en nuestras calles hace ya algunos lustros.

2 comentarios:

  1. En todo caso, maese Pérez, habrá que darles ventaja para que sean capaces de llegar a su meta -decir destino sería tanto como concederles que realmente tienen una misión superior; o divina, como Franquito. ¿Para qué ponerles zancadillas, si ellos solos son capaces de trastabillar y caerse? Es decir, sin ayuda...

    Es noble el deseo último de independencia, sea ésta la que sea y de lo que sea que se quiera uno (o muchos) independizar. Dale cuerda, dale cuerda... Y, mientras, para que la espera no se haga tan larga, sigamos arrojando carne analfabeta -es decir, sin alfa y sin beta- al anfiteatro de los cretinos seguidores de todo. Por cierto, ¿quizá la vuelta a las civilizadas costumbres romanas de los juegos sería capaz de reducir las listas del paro?

    Un abrazo

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    1. No lo veremos, espero, aunque la primera limpieza nacional sería la de los repatriados que decidieran seguir siendo españoles, a los que se les "invitaría" a irse a "su tierra", por más que llevasen en ésta hasta cinco generaciones, pero así se escribe la Historia, como bien sabes: "marcando territorio con los orines del patriotismo".

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