La política desde la profunda convicción humana
íntima: Empantanados, de Joan
Coscubiela, o la bandera de la ética frente al incivismo de la barbarie.
Fui a la presentación un
cuarto de hora antes “para coger sitio”, pensé, infeliz de mí…Llegué y la gente
necesitada de rendir homenaje emocionado a Coscubiela no solo llenaba la sala, sino
que se agolpaba en los laterales y en el fondo y comenzaba a arracimarse fuera del
local, junto a la puerta de acceso. No diré que había un lleno “hasta la bandera”,
pero debería, aunque allí no hubo ni una, ¡y ni un puñetero lacito supremacista!
El autor ya estaba metido en la agradable faena de dedicar ejemplares, pero la
organización funcionó como debe y comenzó el acto a la hora prevista. El editor
de Península recuerda que fue el vibrante discurso de Coscubiela el 7 de
setiembre del 17 lo que le decidió a encargarle un libro que recogiera la
experiencia parlamentaria que había vivido él, que habíamos padecido todos. Y
enseguida cedió la palabra a una de las
dos personas que presentaban el acto (“evento” solo lo dicen los menores de 50,
y el público superábamos de largo esa media de edad…), el periodista Javier
Pérez Andújar, premio Ciudad de Barcelona y polémico pregonero de las Fiestas
de la Mercè. Andújar, en su estilo de supuesta retórica menor, por los
referentes cotidianos y el encantador sello individual de quien parece haberse
colado en la fiesta de los poderosos sin saber muy bien por qué, fue
desgranando un repertorio de intuiciones, descripciones y pullas políticas que no
solo colocaron en su contexto el libro sino que trazaron una aproximación
crítica a su contenido con fina perspicacia y clara intuición. Andújar, que
siempre habla y escribe desde la realidad más próxima, divirtió a la audiencia
al calificar a Joan Coscubiela de auténtico Youtuber,
más que sindicalista, a juzgar por el eco hallado por su libro, impropio tanto
del sindicalismo como de la política. De hecho, dijo Andújar, tuvo tanto éxito
con su discurso del 7 de setiembre, “que hasta dejó la política”. Andújar trazó un paralelismo entre la
película Objetivo Birmania, pasada por la televisión la noche de la muerte de Franco,
y calificó a Coscubiela y al jefe de filas de CSQEP (unas siglas, por cierto,
que pasarán a la historia de las antisiglas políticas por excelencia…) Lluís
Franco Rabell, como “la patrulla nipona”,
esa unidad desesperada que lucha contra el potente invasor y que no ignora su
terrible destino: desaparecer en la jungla, y todo ello sin tener nunca la
certeza de que los suyos estén con ellos. En ese momento de la presentación, las
relaciones entre la actual CeC y los dirigentes de la extinta CSQEP acapararon
las referencias, porque mientras la patrulla nipona reconocía a los CeCs, estos
se desentendían de ellos y los dejaban en una dura orfandad política, como se
constató en la fractura (¡otra más!) del grupo en el Parlamento. Andújar pasó
revista sucintamente a la biografía de un luchador cuyo padre la policía se
lo llevo de casa detenido cuando tenía 10 años, que se hizo abogado laboralista
y defendió a los marineros de la Barceloneta y del Puerto de Barcelona, que fue
diputado en Madrid, y el primero, según las actas, en llamar “corrupto” a
Rajoy, Secretario General de CCOO y, finalmente, diputado en el Parlamento,
donde ha acabado encontrando su momento de gloria política cuando, como destacó
Andújar, Coscubiela se olvidó de las tácticas y las estrategias y liberó su
profundo sentimiento humano de lo que para él es la vivencia de la democracia,
por encima de las banderías de partido y dichas tácticas y estrategias. Si hubo
una adhesión de cierta parte de la cámara a sus palabras, no surgía de las
ideologías de los adherentes, sino de la intimidad individual que empatizaba
hasta la cachas con lo que Coscubiela desgranó desde el atril de los oradores
como el abecé del sistema democrático, algo que, en situaciones difíciles como
la que vivimos, conviene recordar desde la emoción íntima de la convicción
individual profunda. Andújar, quien nombró comandante en jefe de la patrulla
nipona a Rabell, dijo de ambos que pertenecían a especies en peligro de
extinción: el sindicalismo y el activismo vecinal. Ahora, al decir de Andújar,
la calle no alimenta a la política, sino los platós y una profesionalidad sin
contacto con la sociedad, una casta con leyes de supervivencia y reproducción
que poco o nada tiene que ver con los fenómenos naturales propios de cualesquiera
sociedades. Para caricaturizar, con lengua bífida, esa situación, elogio
Andújar que en el libro de Coscubiela no se mencionara ni una vez Juego de
tronos, pero sí a Rosa Luxemburg, Maquiavelo y otros. La segunda parte del “entrañable”
acto, porque el clima de cordialidad amistosa que se respiraba iba mucho más
allá de la curiosidad que a veces atrae a la gente a este tipo de actos (allí
todos estábamos en sintonía con la valentía que demostró Coscubiela en su
famoso discurso y con la ironía dulce pero demoledora de Andújar), consistió en
una entrevista no preparada que le hizo Neus Tomás y que le permitió al autor,
además de defender esa visión humanista de la acción política por encima de las
perversas tácticas y estrategias, pasarle factura a lo que él ha denominado soviet carlista del prusés. De hecho,
cuando la periodista le preguntó si alguien del mundo secesionista, después de
su discurso y del referéndum fallido del 1 de octubre, se le había acercado a
decirle que tenía razón, Coscubiela se limitó a responder que lo están haciendo
a diario, muchos de ellos, y públicamente: Mas, Munté, Forn, Forcadell..,
aunque aún les falte, como sugirió, dar el paso de dirigirse sinceramente a sus
votantes y decirles que aquello que les habían prometido son incapaces de
conseguirlo. Coscubiela distinguió entre las bases de la “izquierda” ecosocialista
(la herencia del viejo PSUC) y el “estado mayor” actual de los CeCs: han
recibido el apoyo caluroso, afectuoso, de las primeras y la indiferencia y
distancia del segundo. E incluso llegó a decir lo que es vox pópuli, por otro
lado, que la ambigüedad de Immaculada Colau ante el prusés y su decantación política
por favorecer el referéndum le había dado las alas que este necesitaba para
poder mantenerse en movimiento incluso sin aire… A lo que sí renunció Coscubiela fue a ejercer de profeta, aun con todo el bagaje de su experiencia,
porque, como buen izquierdista utópico, ha visto que sus profecías sobre la consecución
del socialismo en nuestra sociedad habían fallado estrepitosamente. Las
reflexiones de Coscubiela se movieron siempre dentro de un análisis sereno de
los hechos, sin ceder a sentimentalismos ni a optimismos o pesimismos extremos,
pero sí hubo un punto de desolación en su discurso cuando reconoció que lo que
habíamos conocido hasta la eclosión del prusés, y que el denominó catalanisme inclusiu, sí que había
desaparecido, y mucho se temía que definitivamente. Cerró el acto, Coscubiela,
con una encendida defensa de los lazos fraternos y de clase que unen a los
españoles de cualquier región y nacionalidad de España, así como una defensa de
la visión del resto de España como un territorio donde anida mucho más sentido
común del que se estila por “casa nostra” entre los “nostrats”. ¿Su deseo para
el futuro? Que la izquierda se construya mirando hacia él y a Europa, en vez de
hacerlo mirando hacia el pasado. Se le veía emocionado y un punto superado por
una circunstancia que tiene su punto de gesto casi heroico: oponerse a la
corriente dominante -cada vez menos, eso sí…- del discurso secesionista desde
una convicción democrática que, ¡gracias, Coscu!, y aunque tarden en
reconocerlo, fue el auténtico momento en que se le recordó al Reigdemont que
iba democráticamente desnudo, como lo sigue estando, para su vergüenza y la de todos
nosotros.
De tu emocionado resumen del acto-evento, del que me congratulo como te puedes imaginar, retengo tu comentario de que los allí presentes superaban la cincuentena de edad. En las manifestaciones constitucionalistas había pocos jóvenes y la mayoría eran personas mayores. Esto me hace pensar mucho porque en las independentistas abundan muchos jóvenes. Mis hijas están rodeadas de jóvenes independentistas en la mayor parte de reuniones que hacen, sea en fiestas populares o en conciertos. Esta es la espada de Damocles de nuestro modo de ver el asunto. Me alegro profundamente del éxito de Coscu, su alegato en el Parlament fue antológico, decente y digno, pero muy pocos de los jóvenes lo conocen, se mueven más por sentimientos generados por consignas del agitprop independentista donde son verdaderos manipuladores sin ningún tipo de decencia. Me temo que la conciencia crítica es cosa de mayores de cincuenta largos ya. Mi hija pequeña que ha asistido a conciertos de grupos subvencionados por el poder, dice que tal es el ambiente que en cuanto puedan votar serán mayoría, en cambio, los mayores nos iremos extinguiendo. Soy pesimista, aunque ciertamente el. prusés tiene mucho de performance del peor dadaísmo político y se supone que está ya en dique seco. Bien por Coscu, un político con todas las letras.
ResponderEliminarLa expectativa de vida crece de modo casi exponencial, de ahí que durante no pocos años la franja de votantes de 60 a 100 va a copar las elecciones en este país. ¿De qué, si no, iba Montoro a prometer descuentos "por edad" en el IRPF para los pensionistas? En nuestros votos va a estar poner o quitar gobiernos, o ansí. Sí, muchos jóvenes independentistas, pero como les concedas la independencia de la sopa boba familiar ¡se te hacen de Fuerza Nueva, si les prometen un plato caliente y una habitación donde desseminalizarse! Nunca quise ser joven, de joven. Mucho menos ahora, de viejo. Entre lo uno y lo otro, me quedo con lo segundo.
EliminarAh... Coscu. Uno de esos politicos a los que disfruto escuchando porqué tiene esa rareza de pensarse lo que dice, decir lo que piensa y creer en lo que dice. Otros ejemplos de ahora y de antes : Pascual Maragall, Urtasun, Garcia Margallo, Herrejon, Javier Nart, Josep Piqué, Montserrat Tura, David Fernandez, Inés Arrimadas.
ResponderEliminarDisfruté leyendo la crónica de este acto eventual, y me pareció muy pertinente la descripción que hace de Andújar. Por cierto, yo disfruté ese pregón y la Barcelona del TBO que reivindicaba.
Fue emocionante, el acto, porque, como no ignora, Coscubiela se convirtió, por su "aferrissada" defensa de la democracia frente al totalitarismo secesionista en un satán de los suburbios que ponía en tela de juicio la "verdad oficial" del mesianismo secesionista empapado de totalitarismo por los cuatro costados, y eso no se lo han perdonado, y hacen cuanto esté a su alcance para desacreditarlo, aunque les es imposible, porque el espantajo del "fascismo" que agitan contra quienes no pensamos como ellos se ha acabado convirtiendo en una autodeclaración ideologica. Suena a disparate, pero estoy convencido, Pau, de que esto acabará antes que tarde... Este artículo de Valentí Puig de hoy en El País indica por donde irán los tiros, o los trenes, o los navajazos...https://elpais.com/ccaa/2018/07/03/catalunya/1530629819_194003.html Un abrazo, Pau.
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