domingo, 10 de marzo de 2013

La lengua como uso y como abuso: De la anécdota al temor.



Y punto

Así, sin él, porque ya está dicho, que es ponerlo, y del modo más enfático y cutre posible. Este final de frase es muy revelador, y va bastante más allá de la simple coletilla linguística o del rosco galdosiano con que los oradores conservadores (ergo poco conversadores) como el travieso enanito de jardín que es Montoro, suelen acompañar las famosas verdades del barquero con que ilustran a quienes los oigan o a quienes no les quede más remedio que oírlos. Viene esta reflexión a cuento del uso de tan totalitaria expresión hecho por Rubalcaba ayer a propósito del despropósito incomprensible, incalificable e insoportable de la falta de principios exhibida por sus correligionarios en Ponferrada al aceptar el voto de un acosador sexual sentenciado para lograr una alcaldía. Ni corto ni perezoso, Rubalcaba ha salido al paso de las censuras que han llovido sobre todos, y mas sobre él como máximo representante del PSOE, diciendo que se han equivocado, que "se rectifica y punto". Este, el que sigue a las comillas, es el de mi frase. El de la suya a buen seguro que, transcrita la frase, ni lo necesita, como ya he dicho al comienzo. ¡Qué significativo ese punto que, de repente, se expande como un big bang que lo fuera de materia oscura para abducir la barbaridad que se ha hecho. Se trata, como he mencionado de pasada, de un punto totalitario, un punto secante, un punto diluvio, un punto tsunami, un punto terremótico, un pretendido -e iluso- "aquí paz y después gloria". Me ha sorprendido que Rubalcaba, un hombre al que la oposición lo está desgastando como lo hace el orín de los perros con las puertas metálicas de los aparcamientos, se haya refugiado en una expresión pura y dura del autoritarismo cavernícola español. Para él, dicho el punto mordaza, ya no es necesario nada más que una dimisión protocolaria y continuar al bollo de la lucha política en la que todo vale, sobre todo la ausencia de principios,de moral, de ética y de compromiso con las causas justas. Cuando cae un "y punto", como un abracadabra, tras una reafirmación como la de Rubalcaba, es para echarse a temer y temblar por en  qué manos hemos estado y en cuáles podemos estar. No sostengo que un error pueda condicionar un juicio político definitivo, sino que ciertos usos lingüísticos libremente elegidos son altamente reveladores de la idiosincrasia de quienes lo escogen. Somos lo que decimos, en gran medida, y prueba de ello es que nuestra máxima institución democrática se llame Parlamento, y que el peor insulto que se nos pueda arrojar sea el de no ser personas de palabra.

1 comentario:

  1. Es una muletilla que me es especialmente antipática y ofensiva. Y me decepcionó profundamente cuando se la oí a Rubalcaba. Solo le faltó decir "Y punto pelota". Tienes razón, su prestigio está decayendo a marchas forzadas en esa oposición que no sabe llevar. No es persona para ocupar el centro político. Era un buen espadachín pero no es un buen primer espada.

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