¿Desaparecerá El Periódico?
Hoy he ido, como mañana de domingo, a comprar los diarios. Siempre he comprado dos, El País y El Periódico (en catalán desde que apareció la traducción al catalán). Suelo desayunarme con ellos, como primer acto dominical. Nada más cogerlo del montón menguante de ellos (de todos, en realidad), he notado algo extraño, pero como he dormido mal, lo he achacado a mi cansancio general. He ido caminando hacia casa hojeando la portada de El País, y cuando he querido hacer lo propio con El Periódico me he percatado de lo excesivamente delgado que era el periódico de hoy, en comparación con otros domingos, casi como si fuera la edición del mes de agosto. Tan grande ha sido mi sorpresa que incluso he retrocedido hasta el quiosco para decirle al vendedor que en mi ejemplar no venía el cuadernillo interior ni el suplemento Motor. Después de comprobar que todos habían llegado igual, hemos descubierto que, junto al dominical, se adjuntaba un cuadernillo en el que se contenían esos suplementos del domingo y el motor, pero tan escuálido como la propaganda de Media Mark, aunque sin formato tabloide. He indagado si él sabía algo de que atravesara dificultades, el diario, y me ha confirmado que han tenido que cerrar su rotativa y buscar otra, compartida con algún otro diario. Es evidente, pues, que la crisis les ha hecho adelgazar y que, aun cobijados por el antieconómico espíritu subvencionador del gobierno secesionista de la Generalidad catalana, acaban de iniciar su camino hacia la desaparición, o así me lo parece a mí. Antes me hubiera parecido una pérdida, ahora, si se produce el vaticinio, me parecerá un éxito de la realidad contra el sueño alienante.
Un diario es, ante todo, una línea editorial compartida con sus lectores. Cuando esa línea salta por los aires, seducida la empresa por las subvenciones del poder, y el diario se convierte en diario de partido (o de país que tanto vale, porque ese es el objetivo final del nacionalismo: impedir la pluralidad ideológica) no es de extrañar que lleguen las pérdidas de lectores y la lucha por la subsistencia, tan reñida ahora con la explosión de los diarios digitales, que van obteniendo cada vez mayor credibilidad y más lectores. De ser un adalid socialdemócrata en sus buenos tiempos, el populismo de el Periódico se ha impuesto a la línea. ¿Son tiempos de esteladas? ¡Pues por ahí vamos! Y dos higas a la coherencia, y bien presta la mano retorcida forgesiana para coger del fondo de reptiles construido con los recortes a la ciudadanía.
Sí, hoy El Periódico pesaba poco, pero me temo que cuanto más se acerque al secesionismo puro y duro, acabará por competir duramente con ara, El Punt-avui, el Nou, y otros, por la hegemonía en el nutrido segmento de las hojas parroquiales de partido, y seguirá adelgazando hasta la extinción final.
Un destino bien triste, por cierto.
Triste pero cierto. Cada vez más los periódicos pasan por dificultades económicas... La publicidad apenas se paga y los lectores se pasan a las ediciones digitales, que tampoco es que den para tanto. ¿Qué nos queda para tener un buen periodismo? Sinceramente, la´unica salida que le veo es que nos acostumbremos a que hay que pagar más a cambio de algo de calidad.
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