miércoles, 14 de agosto de 2013

Turista y mártir...

De ciudadano a turista, y vuelta a empezar...

Despojado de la condición de ciudadano por breves e intensos días de mucha marcha y fervor stendhaliano, descanso, ¡por fin!, en el hogar, del ajetreo al que obliga la institución familiar y disponer de unos ahorrillos que destinar al benéfico objetivo de abrirse al mundo para salir de la jaula cerrada en que se ha convertido nuestra Cataluña de la globalidad en vías de secesión. Desde la distancia se puede apreciar mucho mejor el reducido mundo del que se libra uno cuando anda por esos mundos de dios, aunque sean cercanos, como los napolitanos. Sin embargo, un anuncio doméstico e improvisado, fijado a una modesta pared, me devuelve por unos momentos a la realidad de origen, la del pecado original del cainismo del que huí:




 Ignoro cuál podría haber sido la reacción de un secesionista de tomàquet en pecho y samarreta estelar al ver este anuncio que tuve la delicadeza de fotografiar, porque las cámaras digitales lo permiten sin cargo de conciencia ni cargo de bolsillo, como sucedía antes, cuando un revelado era la puntilla "fiscal" de las vacaciones; pero la mía fue de confirmación en mis tesis inclusivas y cordiales. El tal Sergio Adrián Serrano no hace distingos ni rechaza cliente alguno, y tanto le da Verdaguer como Calderón, y me parece bien. Es cierto que aún no ha cazado clientela, pero quienes lean el anuncio tendrán claro lo que proclama a los cuatro vientos de las cuatro esquinas del mundo: que el catalán y el castellano no batallan entre sí, y que los amantes bilingües (y polilingües) seguimos ganando la batalla a la intransigencia, el monolingüismo y el nacionalismo aldeano. Como debe ser. 
Otra cosa es la lucha turística, es decir, la batalla del conocer lo foráneo, en la que se agota el cuerpo, la sensibilidad y la tarjeta, porque aterrizar en un país como Italia donde el arte se manifiesta de modo geométrico equivale a correr el serio riesgo de perder el oremus y la sindéresis. Coincide, además, como un castigo propio del círculo infernal del Dante, el máximo calor con la máxima relajación y el máximo fervor de la contemplación artística. Y a ello ha de añadirse la lógica prevención de llevar todo eso a cabo en la patria de la mafia...
Turista y mártir, decía en el título, aunque ha sido gozosa la palma del martirio, sin duda, y sin deuda... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario