¡Ha llegado el día de la Charneguería!
¿No nos han despreciado siempre? ¿No
compararon la llegada de los murcianos con la serie televisiva Los invasores, los del meñique tieso?
¿No se han burlado siempre de nuestros
acentos regionales? ¿No nos han mirado siempre por encima del hombro? ¿No nos
han tratado siempre como escoria? ¿No han arrinconado nuestra lengua al nivel
del bono basura? ¿No desprecian nuestras culturas regionales? ¿No se burlan de
nuestro amor a la patria común, donde está Cataluña, tratándonos como
extranjeros?
Pues bien, ahora ha llegado el
momento de la afirmación Charnega: demostrémosles nuestro auténtico poder otra
vez. Lo hicimos ya con la abstención frente a un Estatut que pretendía ser
Constitución (que hablaba de España y Cataluña como si fueran realidades políticas
distintas) cuando ni siquiera llegaron
al 50% de la participación.
¡Volvámoslo a hacer! Pero ahora en el terreno
que les habíamos cedido demasiado confiadamente: el del poder político.
Está en nuestros votos -o en nuestra
abstención- rebajarles los humos a los "señoritos" que se ciscan en
los santos inocentes charnegos, a esos caciques estadodeseantes (¡oh, flor de
paradojas!) que quieren okupar
ilegalmente la finca Cataluña y apoderarse de los bienes ajenos.
Sí, ha llegado el gran día de los Charnegos.
Escribamos, pues, en las urnas una página gloriosa de la dignidad de los
ciudadanos libres que no se dejan amilanar por el fascismo identitario.
¡A las urnas, futuros parias del
nonato estado catalán!
¡Agrupémonos todos en la lucha final
para defender nuestra ciudadanía española y catalana! ¡No nos dejemos robar la
tierra por la que tanto hemos luchado para ganarnos la vida! ¡No permitamos que
los cegados por el delirio nos lleven al borde del abismo tarpeyo! ¡Hagamos
valer nuestra fuerza: nuestros votos, regados por la indignación y el derecho!
¡Plantémosles cara y luchemos por un territorio que es de todos, tan nuestro
como suyo!
¡Icemos la bandera de la resistencia
contra la vieja y fiera Quimera! ¡Hagamos valer nuestros títulos de propiedad
inalienable! ¡Desbaratemos el atraco a mano armada que pretenden: robarnos los
frutos de nuestro sudor, el fruto de nuestro esfuerzo indesmayable! ¡Rechacemos
su legalidad y hagamos prevaler la de todos, la única que nos ampara!
¡Conquistemos el poder político que
hasta hoy, de demasiada buena fe, habíamos cedido, confiados en la prevalencia
del poder constitucional! ¡Hagámosles reconocer el imperio de la ley!
¡Todos a
las urnas!
¡Por una
Cataluña real y plural!
¡Por una
Cataluña de todos y para todos!
¡Viva el
poder Charnego!
¿Quién es de qué tierra, Juan? Dudo de la democracia, de los procesos electorales representativos, incluso dudo de los directos, cuando los votantes eran los justos (y no precisamente necesarios), y entre todos decidían quién mandaba, quién se quedaba y, también, a quién le concedían el ostrakon, esa suerte de tiempo sabático. Incluso entonces, la democracia era cosa de unos pocos, lo mismo que ahora, régimen constante y volátil del sueño ciudadano.
ResponderEliminarCreo que la solución no es tanto votar como pensar...
Un abrazo
A dios rogando... No hay más, Javier. Aquí vivimos en la ficción de la "mayoría social nacionalsecesionista" y contra esa mentira no hay más prueba de la verdad que la de las urnas, la abstención incluida, por supuesto. El "ensayo de panfleto" pretendía, desde la ficción política, ver cómo sonaba una proclama que se enfrente a esa mentira. Los charnegos de aquí son los maquetos del País Vasco y los metecos parisinos: los parias, y, en cierto modo, las urnas han acabado siendo su único territorio, aun a pesar de su fragilidad...
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