Sábados de intendencia o la microeconomía en día de cobro.
Entre mis diversas dedicaciones caseras, el apartado de la intendencia, que llevo a cabo todos los sábados con exquisita y rigurosa puntualidad -aunque a lo largo de las semanas se hayan de hacer discretas compras de reposición- es uno de los más gratificantes. Hoy ha coincidido con día de paga, y ello se ha notado. Un cambio de la noche al día. En el mercado, el pescadero estaba rendido, y buena parte de la jornada laboral ha empezado con los encargos por teléfono, que lo han desbordado. No he encontrado los gallos, y ha tenido que salir a pedirlos para mí a un colega, que ha respetado el precio de mi pescadero. El rape, sin embargo, era espléndido y a un precio, 15'80€, que tampoco puede considerarse su compra como lanzar la casa por la ventana. Pero el ambiente de hoy era el propio de alguna celebración especial, popular, entrañable. Supongo que cobrar y tener "líquidez" casi puede considerarse, en estos tiempos duros, motivo de celebración. Esto me recuerda que ayer mismo, el dueño de la pequeña tienda donde suelo comprar los cartuchos para la impresora me ha comunicado que el próximo 21 de junio baja la persiana para siempre. Pone fin a unos diez años de existencia en el barrio. Y así, la ley de la oferta y la demanda, y algunas sentencias judiciales, como la del desalojo de Can Vies, van transformando incesantemente los barrios. De cuando me instalé en esta Izquierda del Ensanche hasta hoy, bien pocos son los negocios que han sobrevivido a la vorágine de las quiebras y los cambios de gustos, de tendencias, etc. ¡Como para que luego vengan hablándote de la Barcelona de toda la vida o de la Barcelona eterna o de la Barcelona Cap i Casal de la Catalunya eterna, y medieval...! Los vecinos van muriendo por ley de vida y no son sustituidos por otros como ellos, sino que los pisos se convierten en apartamentos turísticos y vamos quedando los pocos propietarios que en este mundo somos, relegados a la categoría de "cuerpo a extinguir", como los funcionarios de Educación, que en el inmediato futuro serán sustituidos por monitores de esplai titulados, a juzgar por cómo el Departament azuza el descenso de calidad de los centros públicos.
No sé si todos los encargados de la intendencia familiar tenemos los mismos problemas, pero no es inusual que durante el sábado recale, quien esto escribe, en, al menos, siete u ocho comercios, grandes y pequeños, donde cumplir con su cometido. El pan en la panadería -que suena a tomadura de pelo cuando no lo es, porque hoy en día te venden pan hasta en las gasolineras, como todo el mundo intendente sabe; el periódico, en el quiosco; lo integral, en Véritas; lo básico en Lidl; la carne, los quesos y el fiambre en el súper pequeño cercano; lo vegetal en la frutería de toda la vida; la leche de soja con menos azúcar en el Carrefour de Las Ramblas, que ya es apartarse, por cierto...; las bolsas de basura orgánicas, en el Bon Preu; el pescado en el mercado, y de vez en cuando en Consum, donde suelen tener unas cigalitas frescas para hacer salteadas con pimienta que son caprichos de primeros de mes, como para el resto de los mortales.
En Fortunata y Jacinta aparece un entrañable personaje, Estupiñá, al que podríamos considerar como nuestro santo patrón laico, los intendentes. Animo a descubrirlo. Y ahora que hemos mencionado a Galdós, que tan bien describió la manirrotura de los madrileños del quiero y no puedo, es evidente que el cargo de intendente o ecónomo mayor lleva aparejado el de tesorero, porque no es tarea fácil la de intentar cuadrar los gastos y los ingresos en los hogares de clase media-baja. En quienes viven en precario, ya ni te cuento. Más aún si todavía hay bocas filiales que se apuntan al banquete, en modo alguno platónico, porque jalan la boquitas que es un bel contento... La preocupación de no llegar a final de mes es una de las principales y más duras angustias que cualquier ser humano puede sufrir, y se han de tener muy claros los límites del gasto para no incurrir en esos desequilibrios que resuelve el arroz a la cubana durante siete días ininterrumpidamente... No estoy muy seguro de que todo esto de lo que hoy hablo sea materia comprensible para quienes confunden el valor y el precio, y me temo que quizás unos cursillos adecuados podrían ayudar a quienes no saben organizarse a conseguir los resultados deseados por necesarios. Ayuda mucho haber tenido padres manirrotos, desde luego, porque la angustia de esperar el "sobre" a fin de mes no se la deseo a nadie.
La largueza en el gasto que nos caracteriza, catalanes incluidos, que en eso hace mucho ya que dejó de haber aquella diferencia abismal entre Cataluña y el resto de España; del mismo modo que dejó de existir el culto al trabajo y a la labor bien hecha: nos hemos vueltos chapuceros y algo más perezosos; puede comprobarse, en día de cobro, en la abundancia del gasto en flores y plantas, y, sobre todo, en las terrazas abarrotadas donde, como el milagro de los panes y los peces, aparecen raciones de patatas bravas y cervezas bidónicas...
Un día hermoso, preludio de otros tristes a partir del 20 del próximo mes, como se podrá comprobar por el inevitable descenso en la compra de artículos pirotécnicos con que saludar al santo de mi onomástica, ese del que aquí decimos: De joans, joseps i ases, n'hi ha a totes les cases... También a la mía, con descuento...
Largos son los días sin pan; y las noches sin sueño, eternas... La diferencia que señalas, Juan, entre precio y valor, es primordial, y este escribidor mejor habría hecho en ir a clases de didáctica financiera básica, si es que tal cosa existe, para poder llegar, jubilosamente, mes tras mes, a ese final de mes anhelado. Sin embargo, apenas alcanza mi pecunia, hija de mi conocimiento, a mediados... ¡Ay, arroz a la cubana, con ese son tan movedizo...! Sin cubana ni nada nos conformaremos, como ese pobre que ni siquiera tenía intemperie...
ResponderEliminarUn abrazo
P.s.: Por cierto, ¿sería vuestra merced tan gentil de quitar el engorroso galimatías numérico que permite identificarnos como No máquinas? Muy agradecido...
Ni sabía que también se me había "colado" ese engendro antirobótico. Me pongo a ello, a ver si soy capaz de anularlo. Lo mismo le pedí yo a Luis Valdesueiro en su nuevo blog, y no vi la viga en el mío... Cómo se ve que hasta en el blog estamos de alquiler...
ResponderEliminar