miércoles, 2 de noviembre de 2016

La inmisericorde daga de la tendinitis intratable.



La pata de ganso en la pata de elefante...

Dejémonos de clásicos, de la Historia o de la Literatura, y centrémonos en un drama cotidiano cual es este de la tendinitis de la pata de ganso, un cruce ferroviario de tendones donde mueren tres músculos del entramado de ellos que pueblan nuestras extremidadades inferiores. Después de dos jornadas de entrenamiento en cuestas pronunciadas, me quedé cojo, literalmente, imposibilitado de hacer el juego talón puntera de la pierna izquierda que me permitiera desplazarme sin apoyar únicamente el talón y llevar la poderosa pierna atlética que ilustra estas líneas tiesa como la clásica pata de palo de los piratas ilustres.
Autorretrato parcial/pernil de Juan Pérez.
Temí, por la irradiación del dolor a la articulación, que me hubiera roto el menisco, la rótula o los ligamentos cruzados, anterior y posterior, lesión de cuya gravedad todos sabemos por los futbolistas. Como en urgencias se limitaron a constatar que no había rotura ósea, me mandaron para casa con la recomendación de tomar ibuprofeno. Fui al fisio y gracias a su primera actuación descarté que hubiera algo serio de rodilla y me encontré con ese descubrimiento del tendón "pata de ganso", cuyo ridículo nombre no le hace justicia al dolor lancinante que me trae a mal traer, ¡y a peor caminar!, desde que lo sufrí. Como no admite un cyriax que me provocaría una pérdida de conocimiento por el dolor insoportable, y las agujas de la acupuntura y el calor apenas han tenido sino un efecto muy superficial, me temo que no hay más que esperar a que me llamen del servicio de rehabilitación de la Seguridad Social, lo cual, si todo sigue el ritmo previsto por la lista de espera, es posible que ocurra cuando ya haya vuelto a entrenar por habérseme curado la lesión por el descanso, más los remedios caseros que le aplico: el programa de desinflamación del electroestimulador, pomada calorífica, rayos infrarrojos y reposo, más la hiperbenéfica ducha escocesa que tanto suele aliviar en casos de contracturas o roturas fibrilares leves. Los ejercicios de estiramiento para aliviar el tendón palmípedo ni son fáciles ni indoloros, y cuesta lo suyo mantener el tipo mientras ese nudo tendinoso se retuerce y parece que una sierra te parte la pierna en dos o te están clavando un rejón de castigo con particular vehemencia e impiedad. Quienes hayan padecido de este mal corriente en quienes corren sabrán que no hay peor momento que el de levantarse después de estar un buen rato sentado. ¡Particular momento de la apoteosis del dolor es ese! Poco a poco, con la lentitud del despertar del lirón careto o la del koala que se hubiera desayunado un valium, la corva va tensándose hasta conseguir esa curvatura de arco olímpico desde donde se lanza un grito homérico, por estentóreo, que dicta el final del recorrido. En ese momento estamos ya en disposición de lanzar hacia la aventura del paso inmediato ese cayado que, apoyado en el talón, y rígido como  la convincente cojera de James Mason en El séptimo velo nos va a permitir hacernos la ilusión de que no estamos tan escacharrados como en realidad lo estamos. Con el temor a un mal tropiezo o a una mala caída de octogenario en apuros, recorremos los pocos metros que nos separan, en casa modesta, de la cocina y del baño y creemos que estamos a un paso de darlo, por fin, con la firmeza de quien, en nada, volverá a trotar y a correr como  un tarahumara por Chihuahua. Después de un largo mes de gansitis aguda, con unos dolores de atormentado por la Inquisición, y tras conocer, en veintidós años de maratoniano, dolores insufribles en todas las partes de mi cuerpo, estoy dispuesto a declarar solemnemente que esta tendinitis de la pata de ganso es el más horrible de cuantos tormentos musculares, tendinosos y óseos que he sufrido en estos alegres y correteantes años de fondista fondón. Por decirlo en breve: soy incapaz de desear que alguien lo padezca. ¡Ni siquiera al enemigo que no tengo le desearía mal de esta naturaleza tan atroz e incapacitante!

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