martes, 12 de junio de 2018

Crónicas de Robinson desde Laputa... I



La intrahistoria  contemplada desde la suspensión lúcida del agrimensor de la nesciencia social...

Escribir es adoptar siempre un punto de vista y una personalidad que lleva la voz cantante y cuya coherencia difícilmente puede ser puesta a prueba más allá del propio espacio en el que se manifiesta, es decir, las paginas de esta Provincia Mayor donde es acogida. Yo no soy nadie, ciertamente, de ahí que haya escogido como alias el de un superviviente clásico, ingenioso, eficaz, metódico e industrioso. Alojado temporalmente en Laputa, esta crónica mía, la de un Robinson-sin-Viernes, pretende echar un vistazo a hechos acaecidos en un país diminuto, mucho más que Balnibarbi, pero lleno de contradicciones y disparates, tantos cuantas ambiciones políticas esos animales dóciles a los que llaman "votantes" son capaces de proveer con ingenuo entusiasmo cada cierto tiempo, legal o ilegalmente, porque en ese diminuto país, vanidoso y soberbio, hay quienes votan según la ley de leyes que los gobierna a todos, la Constitución, y otros que lo hacen por las bravas y a la intemperie, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, aunque pretenden darle impronta de realidad incontrovertible y sagrada que obliga, como voto religioso o como código deontológico, a no sé qué mandamientos que condicionan su insubordinación política frente a la capital de su reino, Madrid, un nombre que representa, para estos últimos, las seis letras del fuego eterno de la maldición, la condenación, la esclavitud y algunos agravios más de inaudita gravedad.  Las clásicas hormigas con que se compara a los humanos cuando contemplados desde la altura, es comparación ridícula, si oída desde esta Laputa aérea, porque, como pasa en los globos aerostáticos, llegan hasta aquí las estridentes voces de sus disidencias, sus desencuentros, sus arrogancias y sus chulerías de medio pelo, por lo que, por pequeños que se les vea, sus voces los engrandecen y finchan sus bultos hasta el ridículo de los globos de bazar o de las gomas de mascar. Andan los tales revueltos por dos acontecimientos notables en sus anales, ridículos en mi Crónica de esa intrahistoria banal. En una parte del territorio, con autonomía administrativa, han elegido Mandamás de ella a un sujeto que ha regalado a una parte de sus compatriotas los más fieros, desagradables, humillantes, agresivos, descalificadores y vomitivos  insultos que imaginarse puedan, mucho más, está claro, que los que aquí en Laputa puedan oírse respecto de los necios capitalinos de Lagado.  Son gente racista, al parecer, esto es, que solo admiten como interlocutores a quienes son exactamente como ellos, y desprecian a todos los demás, excepto que reúnan dos condiciones: que sean ricos y les hagan préstamos, uno, y, otro, que les regalen los oídos con alabanzas y la vista con cirigañas constantes. El otro acontecimiento sonada ha sido la destitución de quienes gobernaban porque han sido condenados, miembros de ese partido, por corrupción, esto es, aprovecharse de su posición de privilegio en el Poder para aumentar sus propios bienes y competir deslealmente en las elecciones contra los adversarios. Todos estaban de acuerdo en desalojarlos del Poder; pero no todos ni con la forma de hacerlo, ni con el diseño del calendario político que acompañaba tal expulsión del Poder. Sus diarios, unas gacetillas menesterosas pero fanfarronas y tendenciosas, echaban chispas dialécticas, esto es, fuegos de artificio o de san Lorenzo o fatuos, a cuenta de si la suma de fuerzas votantes de la moción eran incompatibles entre sí y solo se habían compatibilizado por pactos vergonzosos o, como ellos dicen, "contranatura", un concepto cuya comprensión, a estas alturas, se me escapa por completo. Es el caso que andan tirándose los trastos unos a otros, de forma muy diferente a como nuestros sabios de la Academia de Lagado los intercambian, los trastos, para poder entenderse cabalmente. Son curiosos esos seres poco inteligentes, por lo general, muy dicharacheros, también por general, y poco propensos a concordar acción y pensamiento. El país es hermoso, sobre eso no hay duda, y suelen ponerlo, hospitalariamente, o por precios asequibles, a disposición de todo el mundo, lo que les granjea "la admiración de propios y extraños", como ellos dicen, aunque ni ellos mismo saben, tengo para mí, qué quieren decir exactamente. En esa díscola comarca del noreste andan muchos de sus habitantes amarillos de ira, e incluso de iras varias, y dispuestos a llegar a las manos contra sus compatriotas, que traducido quiere decir, obligar por la fuerza a los demás a cantar la palinodia de sus errores, entre los cuales el más grave es, por supuesto, el de no reconocer sus ictéricas virtudes, la belleza de su territorio, la hermosura de su lengua y la obligación de que todos piensen como ellos. Aunque Laputa es ciudad animada, yo vine con la condición de que se respetara mi avatar biográfico, esto es, poder vivir aislado para pensar mejor, para sentir mejor y para comunicarme mejor. Poco a poco, quiero creerlo así, podré ir entrando en los intríngulis -a los miembros de esa península les encanta esa palabra, la reverencian como si estuvieran usando una fórmula mágica del grimorio- de naturalezas complejas a fuerza de primitivas; primitivas a fuerza de nesciencia y complacencia en la superioridad de sus prejuicios... 

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