Un
acto cultural, la revelación de la deslumbrante voz poética de Manolo marcos,
autor de Tácticas de payaso y la celebración amistosa de la palabra en
una librería mítica: Documenta.
Hace unos días se presentó en la famosa librería Documenta, aún
con su fundador, Josep Cots, y su eterna corbata de lazo, al frente, la traducción al inglés, en edición
bilingüe, del libro de Mendigo Diego, Poemitas
de maíz, traducido como Popping Corn por el autor de la versión
inglesa y al tiempo editor de la obra Rafael Peñas Cruz.
Una tarde
calurosa de esta canícula desorientada que vivimos, nos reunimos alrededor de
un acto cultural tan literalmente esotérico en nuestros días, como es la
presentación no ya de un libro de poemas, lo cual podría considerarse hasta
cierto punto «normal», sino de la traducción al inglés de un libro del
heterónimo, Mendigo Diego, del poeta, artista plástico y músico Manolo Marcos,
autor de un poemario Tácticas de payaso, del que hice una fervorosa crítica,
dada la calidad del mismo y lo novedoso que suponía, en 2016, cuando apareció,
ver un retoño de lo mejor de la tradición surrealista de nuevo en circulación,
por más que sea en capillas ilustradas de la reducida secta de los lectores de
poesía.
El acto,
presidido por el entusiasmado editor y traductor del libro, que nos transmitió
plenamente la pasión que siente por la obra de Mendigo Diego, consistió en la
lectura de algunos poemas en su doble versión, la española, a cargo del autor,
Mendigo Diego; la inglesa, a cargo de Minie Marx, conocida actriz de Els
Joglars y de series populares de TV3, la televisión autonómica de Cataluña,
amén de una sólida carrera internacional. He de reconocer que la seriedad
profunda del estoico andaluz que es Manolo Marcos era el vehículo perfecto para
una poesía que destaca, entre otros valores, por la comicidad inherente a las
imágenes afortunadas que pueblan los poemas, y de la que la traducción nos da
cumplida cuenta, por más que se advierta, a veces, la imposibilidad cierta de captar
resonancias profundas y connotaciones ligadas a los significantes y sus múltiples
juegos expresivos:
Puse nombre a las cosas, por ejemplo:
Quise llamar hormiga a una lágrima.
Solo porque la vi caer
De una mejilla hasta el suelo.
Y porque echó a correr
por la máquina leve de este verso.
Si esto es lo que llaman metáfora…
Solo digo lo que vi. No digo Diego.
I gave
names to things, for example:
I wished
an ant to be called a tear.
Just
because I saw her fall
From one
cheek onto the ground.
An because
it began to run
Through the
faint machinery of these lines.
If this is
what is called metaphor…
I just say
what I saw. I keep to my word.
Más tarde, se abrió un debate sobre el surrealismo
y sobre su significado en el arte contemporáneo, así como la comparación entre
las diferentes corrientes de vanguardia que arrancan con la creación del Dadaísmo
de Tristan Tzara, para lo cual intervino una profesora de universidad que nos
ilustró sobre la materia, aunque sin salirse de las líneas generales de lo de
sobra conocido sobre el tema. A mí, incluso, me dio la impresión, oyendo
recitar los poemas al autor, solemne y cáustico al tiempo, que esos poemas de índole
surrealista estaban más emparentados con nuestra tradición popular, como la de
los romances viejos, que con otra cosa. De hecho, y dada la insistencia con que
el editor echaba de menos que Manolo Marcos no hubiera traído el saxo que
domina con maestría equivalente a la escritura de su poesía, tentado estuve de
arrancarme yo con un romance aflamencado que está en la base de la mejor poesía
española de todos los tiempos: el Romance
del prisionero, que dejo aquí para
torturar los oídos de los lectores desprevenidos…, porque, a mi atrabiliario
entender, las imágenes de la poesía popular han nutrido aventuras como la del Creacionismo
de Vicente Huidobro, que sería algo así como nuestro surrealismo castizo avant
la lettre.
Hay autores que se han forjado en el
cultivo de un don innato para la poesía, enriquecido por lecturas que siempre
son provechosas y, sin duda, muy satisfactorias, pero que no alteran ese
impulso, esa locura por el verbo en movimiento delirante que advertimos en los
poemas de Mendigo Diego y en las Tácticas de payaso, de Manolo Marcos:
¡Habría que oír la voz andaluza y contenida de Manolo al recitar esta joya de Poemitas
de maíz!:
El ya no más de tu siempre,
Tu cuerpo sediento de maíces.
Tu vientre imantado, saturnal,
Esa epidermis de las palabras
Cuando el envés del mundo se nos
muestra.
Alma púber
De raíces sentimentalmente urdidas
En estupor pueril; clama por la belleza
Que te robaron,
Deja que entre la luz hasta el hueso.
El acto tuvo un reducido pero selecto público
que me pareció complacido con el conocimiento, en voces tan cualificadas, la
española y la inglesa, de una obra que, más allá del público propio español de
un poeta cordobés, va a tener la fortuna de viajar a los lectores de habla
inglesa. De hecho, ya hay apalabrada, al parecer, una presentación del libro en
Inglaterra, lo cual no deja de ser un timbre de orgullo para el autor y un
reconocimiento a su voz poética, acostumbrada, como suele suceder en el género
de la poesía, a la «inmensa minoría» a la que se dirigía su conterráneo JRJ.
A todos los interesados en la poesía no pueden pasarles desapercibidas estas dos obras que revelan un talento tan especial como lo es el talante humano del autor de ambas, a quien me precio de poder llamar amigo, a fuer de lector devoto de su obra deslumbrante.
Cierto, fue un acto que llevó del surrealismo a cualquiera que pueda ser sensible a la poesía y además sentir que también es suya. Gracias Mendigo Diego, Gracias Rafael Cruz
ResponderEliminarPor un desgraciado azar, estas fotografías mías, junto con otras que vi a hacer a algunos asistentes, son los únicos testimonios gráficos que quedan del acto, según me ha revelado Manolo.
EliminarTardón para contestar este gesto precioso de amistad, perdóname la incuria, facilitada sin duda por la carrera loca de las cosas hasta su consunción definitiva, y déjame decirte, mi querido Juan, que tu existencia es para mí la confirmación de que la real literatura estás siempre en manos de quien la ama incodicionalmente, y en ese sentido siempre serás maestro para mí, que ando más bien en un pulso vago de lector perezoso, por más que la vida me golpée, de consuno, para creerme en la potestad de escribir buena poesía. Esto para mí es un trance, del que presumo nada quedará, mas que en tu retina quede para siempre, es el signo evidente de que algo debo de tener entre pecho y espalda, que no me deja vivir en paz con mis entrañas. Un abrazo muy fuerte, Juan, y te avisaré siempre que suba a la ciudad condal.
ResponderEliminarGracias, Anónimo.
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