miércoles, 15 de junio de 2022

Presentación de« Popping Corn», la versión inglesa de «Poemitas de maíz», de Mendigo Diego

 

Un acto cultural, la revelación de la deslumbrante voz poética de Manolo marcos, autor de Tácticas de payaso y la celebración amistosa de la palabra en una librería mítica: Documenta.

 

Hace unos días se presentó en la famosa librería Documenta, aún con su fundador, Josep Cots, y su eterna corbata de lazo,  al frente, la traducción al inglés, en edición bilingüe,  del libro de Mendigo Diego, Poemitas de maíz, traducido como Popping Corn por el autor de la versión inglesa y al tiempo editor de la obra Rafael Peñas Cruz.

         Una tarde calurosa de esta canícula desorientada que vivimos, nos reunimos alrededor de un acto cultural tan literalmente esotérico en nuestros días, como es la presentación no ya de un libro de poemas, lo cual podría considerarse hasta cierto punto «normal», sino de la traducción al inglés de un libro del heterónimo, Mendigo Diego, del poeta, artista plástico y músico Manolo Marcos, autor de un poemario Tácticas de payaso, del que hice una fervorosa crítica, dada la calidad del mismo y lo novedoso que suponía, en 2016, cuando apareció, ver un retoño de lo mejor de la tradición surrealista de nuevo en circulación, por más que sea en capillas ilustradas de la reducida secta de los lectores de poesía.

 

 

    El acto, presidido por el entusiasmado editor y traductor del libro, que nos transmitió plenamente la pasión que siente por la obra de Mendigo Diego, consistió en la lectura de algunos poemas en su doble versión, la española, a cargo del autor, Mendigo Diego; la inglesa, a cargo de Minie Marx, conocida actriz de Els Joglars y de series populares de TV3, la televisión autonómica de Cataluña, amén de una sólida carrera internacional. He de reconocer que la seriedad profunda del estoico andaluz que es Manolo Marcos era el vehículo perfecto para una poesía que destaca, entre otros valores, por la comicidad inherente a las imágenes afortunadas que pueblan los poemas, y de la que la traducción nos da cumplida cuenta, por más que se advierta, a veces, la imposibilidad cierta de captar resonancias profundas y connotaciones ligadas a los significantes y sus múltiples juegos expresivos:


Puse nombre a las cosas, por ejemplo:

Quise llamar hormiga a una lágrima.

 

Solo porque la vi caer

De una mejilla hasta el suelo.

 

Y porque echó a correr

por la máquina leve de este verso.

Si esto es lo que llaman metáfora…

Solo digo lo que vi. No digo Diego.

 

I gave names to things, for example:

I wished an ant to be called a tear.

 

Just because I saw her fall

From one cheek onto the ground.

 

An because it began to run

Through the faint machinery of these lines.

If this is what is called metaphor…

I just say what I saw. I keep to my word.

 

Más tarde, se abrió un debate sobre el surrealismo y sobre su significado en el arte contemporáneo, así como la comparación entre las diferentes corrientes de vanguardia que arrancan con la creación del Dadaísmo de Tristan Tzara, para lo cual intervino una profesora de universidad que nos ilustró sobre la materia, aunque sin salirse de las líneas generales de lo de sobra conocido sobre el tema. A mí, incluso, me dio la impresión, oyendo recitar los poemas al autor, solemne y cáustico al tiempo, que esos poemas de índole surrealista estaban más emparentados con nuestra tradición popular, como la de los romances viejos, que con otra cosa. De hecho, y dada la insistencia con que el editor echaba de menos que Manolo Marcos no hubiera traído el saxo que domina con maestría equivalente a la escritura de su poesía, tentado estuve de arrancarme yo con un romance aflamencado que está en la base de la mejor poesía española de todos los tiempos: el Romance del prisionero,  que dejo aquí para torturar los oídos de los lectores desprevenidos…, porque, a mi atrabiliario entender, las imágenes de la poesía popular han nutrido aventuras como la del Creacionismo de Vicente Huidobro, que sería algo así como nuestro surrealismo castizo avant la lettre.

Hay autores que se han forjado en el cultivo de un don innato para la poesía, enriquecido por lecturas que siempre son provechosas y, sin duda, muy satisfactorias, pero que no alteran ese impulso, esa locura por el verbo en movimiento delirante que advertimos en los poemas de Mendigo Diego y en las Tácticas de payaso, de Manolo Marcos: ¡Habría que oír la voz andaluza y contenida de Manolo al recitar esta joya de Poemitas de maíz!:


El ya no más de tu siempre,

Tu cuerpo sediento de maíces.

Tu vientre imantado, saturnal,

Esa epidermis de las palabras

Cuando el envés del mundo se nos muestra.

Alma púber

De raíces sentimentalmente urdidas

En estupor pueril; clama por la belleza

Que te robaron,

Deja que entre la luz hasta el hueso.

 

El acto tuvo un reducido pero selecto público que me pareció complacido con el conocimiento, en voces tan cualificadas, la española y la inglesa, de una obra que, más allá del público propio español de un poeta cordobés, va a tener la fortuna de viajar a los lectores de habla inglesa. De hecho, ya hay apalabrada, al parecer, una presentación del libro en Inglaterra, lo cual no deja de ser un timbre de orgullo para el autor y un reconocimiento a su voz poética, acostumbrada, como suele suceder en el género de la poesía, a la «inmensa minoría» a la que se dirigía su conterráneo JRJ.

A todos los interesados en la poesía no pueden pasarles desapercibidas estas dos obras que revelan un talento tan especial como lo es el talante humano del autor de ambas, a quien me precio de poder llamar amigo, a fuer de lector devoto de su obra deslumbrante.


 

4 comentarios:

  1. Cierto, fue un acto que llevó del surrealismo a cualquiera que pueda ser sensible a la poesía y además sentir que también es suya. Gracias Mendigo Diego, Gracias Rafael Cruz

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    1. Por un desgraciado azar, estas fotografías mías, junto con otras que vi a hacer a algunos asistentes, son los únicos testimonios gráficos que quedan del acto, según me ha revelado Manolo.

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  2. Tardón para contestar este gesto precioso de amistad, perdóname la incuria, facilitada sin duda por la carrera loca de las cosas hasta su consunción definitiva, y déjame decirte, mi querido Juan, que tu existencia es para mí la confirmación de que la real literatura estás siempre en manos de quien la ama incodicionalmente, y en ese sentido siempre serás maestro para mí, que ando más bien en un pulso vago de lector perezoso, por más que la vida me golpée, de consuno, para creerme en la potestad de escribir buena poesía. Esto para mí es un trance, del que presumo nada quedará, mas que en tu retina quede para siempre, es el signo evidente de que algo debo de tener entre pecho y espalda, que no me deja vivir en paz con mis entrañas. Un abrazo muy fuerte, Juan, y te avisaré siempre que suba a la ciudad condal.

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