Historia de una invasión con licencia para desinstalar...
El ordenador en el que he
trabajado los últimos cinco años ha muerto. Ocurrió ayer a media tarde,
mientras a mí me llevaban por el ronzal a ver Mujercitas, la versión de Gerwig,
a años luz de la de Cukor, y sin que hubiera podido sospechar que la pertinaz
erección del panel táctil, para mí un fallo en algún dispositivo meramente
mecánico, anunciaba males mayores. Toqué y retoqué el botón de encendido, pero
no hubo manera de que respondiese. Gracias a mi técnico de confianza, he sabido
que la muerte de mi inestimable amigo se produjo por bateriitis, esto es, una
suerte de tumefacción de la batería que la hizo hincharse hasta extremos
peligrosos, porque lo peor podría haber sido, y es relativamente común que
ocurra, que el ordenador me hubiera explotado mientras intentaba seguir
apurando sus últimos días de vida, es decir, que he de considerar que el último
servicio que me ha rendido ha sido el de ahorrarme una desfiguración facial,
¡en el mejor de los casos! ¡Ni quiero pensar en consecuencias mayores para quien
tiene tan ingenuas como longevas expectativas de vida, a tenor de cuanto me
queda por escribir! Así las cosas, lo esencial es haber conseguido una copia de
todos los archivos que se guardaban en el viejo Asus, que tan buen servicio me
ha rendido, y saber que en este Acer que he heredado de mi hija puedo
instalarlos para seguir trabajando como si tal cosa.
El motivo de estas confidencias
tecnológicas no es el mero cambio de ordenador, sino la insospechada situación
que me ha deparado el traslado al Acer, porque, arrumbado por mi hija ante un
MacBook Air de segunda mano que le consiguió su prima, me veo ahora como un
"invasor" autorizado de una vida solo relativamente ajena, y en la
que, desde mi entrada con los tres correos añadidos, el cambio del pin de
acceso y otros menesteres, como la selección de Gorjeolandia, El País, el
diccionario de la RAE y otras herramientas básicas de mi actividad diaria, mis
propios blogs muy destacadamente, voy desplazando la presencia de mi hija en él.
El escritorio, lleno de archivos suyos
de la carrera de Magisterio, así como el disco duro, aún le pertenecen, porque
quiere ella controlar el "vaciado" de ambos espacios, saber qué
importa y que lanza a la papelera de reciclaje para vaciarla acto seguido, no sea
que a mí se me pudiera ocurrir "fisgonear" donde no debo..., me
imagino yo que debe de pensar ella, aunque sepa perfectamente el ultrarrespeto
que le he tenido siempre a su intimidad y a la de su hermano.
En todo caso, entrar en "Mis
imágenes" de C y advertir que ninguna es propiamente tuya, que ni
siquiera apareces ni por equivocación, no deja de ser curioso y te hace
sentir como un "voyeur" de vidas ajenas. No hay archivo de los
Documentos de C que haya abierto, pero solo el título de los mismos me habla ya
de otro mundo, de una realidad absolutamente desconocida, salvo los que
anuncian en el enunciado labores académicas de las que suelo estar al tanto,
bien por haber echado una mano correctora, bien por saber de qué se puede
hablar en ellos. La sensación, con todo, es, hasta cierto punto, desagradable;
no por cometer ninguna traición a la hasta ahora dueña del aparato, sino por el
propio hecho de ir desplazando tanta vida y haciendo espacio para la que lo esta ocupando desde ayer, nada más descubrir esta joya que me sirve ahora mismo como si lo hubiera acabado de adquirir en la tienda.
Esta situación me ha recordado
vagamente el cuento de Cortázar, Casa tomada, pero también, desde otro punto de
vista, podría recordar a La peste, de Camus... , o La invasión de los ladrones de cuerpos, de Don Siegel, pero, al margen de
tremendismos o misterios, lo propio es que, incluso en este momento en que
escribo esta crónica de la invasión, aún andan por todos los rincones de
"mi" nuevo Acer, una patulea de archivos de mi hija que no me dejan
sentirme cómodamente instalado en mi nueva casa de labor, en mi nuevo atellier,
que dicen los franceses. Lo que no creo que tenga es la bendita paciencia que
solemos tener todos los padres del mundo, y que, ante la tranquilidad con que
mi hija se tome el vaciado de la información
que le pertenece, no acabe tomando yo la decisión de metérsela toda en un lápiz de
memoria y que arree con su clasificación en el manzano de su propia casa... Sí,
lo han adivinado los gentiles lectores, esta incomodidad cibernética es
trasunto total de la propia incomodidad vital que supone que los hijos alarguen
tanto su estancia en la casa que les pertenecerá pero a la que, a cierta edad,
ya solo deberían ir o de visita (corta, de preferencia...) o por necesidad
imperiosa, aunque con mucho cuidado de no invadirla con costumbres ajenas ni
trastos molestos ¡ni mucho menos seres inesperados!
En esas estoy, confiado en que, a diferencia
de lo que me ocurrió en el Asus, no haya de cambiar el teclado porque mi
impulsividad mecanográfica borre las letras de las teclas y aun
"reviente" algunas de ellas por los continuos golpeteos propios de
otras útiles de escribir que ya han quedado en el olvido total, y en los que me ejercité en la mecanografía con tal habilidad que me sirvió esa destreza para aprobar la oposición a Auxiliar Administrativo de la Delgación de Hacienda, en su momento.... Hasta aquí -esta es la primera entrada que publico en mis blogs- me siento cómodo y creo que podré
alargar la vida de esta hermosa criatura algunos años... Ya veremos qué
barbaridades acabaré llegando a escribir en este teclado que "suena"
mucho mejor que el otro, más "profesional", en la medida en que me recuerda a mi vieja Hispano-Olivetti Pluma 22 que tengo impresa en la memoria... , esta...
¡Qué extraño me parece eso de archivos en la memoria del ordenador que haya que borrarlos! Tengo todo en la nube y eso permite la transmigración de un modo indoloro y sencillo. Un Dropbox es un mecanismo seguro y sencillo para albergar cualquier tipo de información. Si yo tuviera que migrar de un ordenador a otro, no habría ningún archivo que transportar al nuevo ordenador. Pero, bueno, es una forma de mirar las seguridades. Probablemente creas que no es totalmente seguro eso de la nube y que puede fallar fatalmente. Por si acaso de mi nube de documentos personales he hecho una copia en un pendrive hace unas semanas. Pero me siento totalmente seguro al respecto. Buenos textos con tu nuevo ordenador y que tu hija disfrute con la tecnología Apple a la que yo estoy acostumbrado y no es el no va más por cierto. Escribo desde un iMac de penúltima generación.
ResponderEliminarRecuerda, querido Jose, que yo me muevo en esto de la cibernética, además de como el clásico elefante en cacharrería, a ritmo de ídem en la aceptación de las novedades. Lo fijo es que tengo C lleno de "las cosas de mi niña" y que quiere controlar ella qué se lleva o qué condena a la desaparición... Como ves, hasta voy heredando los "despojos" que me dejan, pero lo cierto es que me siento cómodo en este Acer pequeño y con mejor tecladop que el Asus. En fin, a ver cuánto me dura...
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