martes, 2 de enero de 2018

Apostillas al documento presentado por Iceta al Duodécimo Congreso del psC. VII


Séptima entrega desde la base a la que se apela, hipócritamente, desde la cúspide jerárquica..., ¡ay, tan alejada!

El test sobre la viabilidad de este nuevo pacto será el acuerdo entre el PSC y el PSOE sobre el nuevo horizonte federal de España que tiene que servir también para *actualizar la relación entre los dos partidos, asumiendo la expresión de la opinión y el voto diferenciados del socialismo catalán en el marco de un grupo parlamentario federal de todos los socialistas en el Congreso de los Diputados en aquellas cuestiones de importancia transcendental para Cataluña que no hayan podido ser acordadas previamente. Es **el modelo practicado con éxito en el Bundestag de la República Federal Alemana entre la CDU y la CSU. Nuestra vocación permanente es la de llegar a acuerdos, pero para los federalistas la voluntad de acuerdo no puede ser nunca entendida como aceptación de imposiciones.
         *¿De verdad se cree en la dirección del PSC-psoe que sus votantes “vivimos” la tensión de la doble pertenencia al socialismo a nivel organizativo? Desde fuera, aunque sea un fuera, como se ve por mis comentarios, tan cercanísimo, eso forma parte de un debate artificial que sólo alimenta el otro falso debate que tanto parece afectar a una dirección acomplejada frente a la manida estrategia del nacionalismo: las tópicas acusaciones de la “obediencia española” del PSC. Y lo que no puede ocurrir jamás de los jamases es que el adversario político marque las reglas del juego e incluso sus contenidos. Si después de haber tenido a un campeón del nacionalismo como Montilla (desafección por medio) amenazando al gobierno central a diestro y siniestro, aún CiU puede esgrimir, con beneficios electorales, la acusación de “obediencia española” es que hay un conflicto de fondo que se ha de resolver, y ello tiene que ver con las reflexiones que he dejado consignadas en párrafos anteriores.
         ** Me choca, sinceramente, que se ponga como ejemplo de organización un partido tan derechista como los alemanes citados. En mi imaginario político la “Baviera de Strauss” era lo más parecido al franquismo o al folclorismo político de la “Galicia de Fraga”; modelos que en modo alguno pueden tomarse como referente.
Mejorar nuestra conexión con la sociedad
Aun siendo difíciles las tareas antes señaladas, no agotan ni de lejos el trabajo que tenemos por delante. Tenemos que reaccionar también a los evidentes problemas de conexión del PSC con la sociedad, de haber reducido demasiado a menudo la acción política a la pura gestión de políticas públicas desarrolladas desde las instituciones, a las dificultades de traducir en acción y compromiso político una coincidencia social mayoritaria con los valores que queremos representar, recogidos en la Declaración de principios del partido aprobada por unanimidad en nuestro 11º Congreso celebrado en 2008.
El PSC tiene que recuperar su capacidad de agregación, *hace falta que vuelva a convertirse en referencia de una mayoría social progresista, capaz de representar a los trabajadores, a las clases populares y a los ciudadanos que comparten las ideas de progreso. El PSC ha de reencontrar su vocación de laboratorio de ideas, de espacio creativo y acogedor para el debate y la acción política, *rehaciendo desde abajo hasta arriba su conexión con la ciudadanía, con los exponentes más creativos y dinámicos de nuestra sociedad.
*He aquí dos ejemplos “de manual” de la vaciedad conceptual que ya he señalado con anterioridad y que aquí vuelve a repetirse. No sólo se trata de la reiteración de un concepto polémico donde los haya “progresista/progreso” sobre el que podría celebrarse un congreso monográfico, sino de la confusión entre lo posible y lo deseable: “hace falta”, “ha de reencontrar”, “rehaciendo su conexión con la ciudadanía”… Fórmulas retóricas que sirven para rellenar párrafos y para alejarse, con ellos, completamente de la realidad. Ya lo comenté con anterioridad, pero esos “exponentes creativos y dinámicos” en modo alguno querrán participar en una estructura organizativa tan jerarquizada y burocratizada como actualmente lo es cualquier partido político, en los que la democracia interna y el debate casi brillan por su ausencia. La famosa “disciplina” de partido ¿no debería sustituirse, al menos en parte, por la conciencia política de cada representante, que habría de ser libre de poder votar según sus convicciones, coincida o no con la posición del Partido, al modo como se hace en Inglaterra y Usamérica, por ejemplo? Obiols, hace años, ya quería acercar el Partido a modos de organización más flexibles, de ahí la incorporación de las primarias, pero nos hemos quedado a medio camino y se ha pensado que lo más efectivo, electoralmente, era la imagen de fortaleza y de seriedad, de las que Montilla sería el mejor ejemplo, pero la sociedad a la que se les proponen esos valores es muy distinta de la surgida tras el franquismo. La vida de Partido, lejos del contacto con las realidades del día a día, le ha llevado a divorciarse de esos sectores a los que ahora propones, Miquel, que el Partido se acerque. Para ello, sin duda, es el Partido el que ha de cambiar, ¡y mucho!, si quiere conseguir ese objetivo que me parece encomiable.
Tenemos que recuperar el impulso fundacional, la vocación de suma, la generosidad y *la apertura que hagan nuevamente atractiva la pertenencia al partido, una militancia ilusionante y eficaz, con la flexibilidad suficiente para que todo el que quiera aportar sus ideas, su tiempo y su esfuerzo pueda hacerlo desde la libertad *y con la confianza en que su aportación será reconocida. Hay que mejorar los mecanismos de información, comunicación y debate para hacerlo posible, también a través de la utilización creativa de las nuevas tecnologías.
         *Estoy totalmente de acuerdo con esos objetivos, y sobre ellos ya me explayé en las reflexiones que te envié antes de que me hicieras llegar estas tuyas. Para ello, no obstante, mucho habrán de cambiar las estructuras del Partido y, sobre todo, el fuerte espíritu militar jerárquico que ha sido característico de los partidos de izquierda desde la lejana fundación de los primeros partidos socialistas europeos. No estamos acostumbrados a la discrepancia y al respeto que se debe a quienes sostienen postulados distintos dentro de un mismo campo ideológico. De lo que se trata es de que “la última palabra” no sea la de la autoridad, sino la de la persuasión de la mejor argumentación y la mayor proximidad a lo real y a lo factible.
*Para los socialistas es vital volver a conectar con nuestra base tradicional, pero también establecer nuevos vínculos con las nuevas generaciones y con los sectores más emprendedores e innovadores, resolviendo las tensiones entre aquellos que ven la globalización como una oportunidad, y los que la temen y se resisten al progreso, **siendo conscientes de que no es fácil construir identidades y lealtades fijas en un mundo tan cambiante. Necesitamos forjar una alternativa a la hegemonía liberal-conservadora también para evitar que los miedos y las incertidumbres creadas por la crisis sean aprovechadas por populismos demagógicos de tipo identitario y/o de ultraderecha.
         *Es evidente que un suelo electoral de un 20% del electorado permite hablar de “nuestra base tradicional”, pero de lo que se trata es de analizar la erosión que ese suelo electoral ha sufrido a lo largo de las elecciones, porque de ese análisis surgirá el perfil más próximo a lo que se puede considerar como “base tradicional”. El mayor engaño en el que se pueda caer a la hora de plantear ese análisis es creer que todos los miembros de esa “base” son clónicos, es decir, identificados con una u otra de las famosas dos almas del Partido, por ejemplo. La gran variedad de matices que pueden encontrarse entre los votantes del Partido aconsejan replantear la “solidez” de esa expresión: “nuestra base tradicional”, sobre todo porque líneas más adelante se halla una afirmación que invita a reconsiderar la seguridad de esta afirmación. Sí, es tiempo de revisar incluso lo que se cree más firme y seguro
         **No es fácil, en efecto, pero no deja de ser cierto también que nuestra democracia se ha construido en torno a esas dos lealtades básicas, al PP y al PSOE,  que funcionaron como pilares del nuevo edificio democrático tras la larga dictadura, de ahí el hundimiento del PC , por ejemplo y la absorción de la extrema derecha por el PP. La lealtad en el caso del PSC se cruza con la reivindicación nacional y complica enormemente la situación, tanto como para pensar que haya dos lealtades, una para las generales y otra para las autonómicas, un bucle difícil de resolver, sobre todo  con el desenfoque emocional con que se acostumbra a considerar. La lucidez de tu afirmación, Miquel, choca con buena parte del texto en el que se obvia ésta, como si se tratase de un comentario anecdótico en vez de uno de los ejes fundamentales del proceso de reflexión que ha de producirse en el próximo congreso. Si el gran problema contemporáneo es la indeterminación del sujeto, el proceso de deconstrucción que ha sufrido el concepto del yo y la casi imposibilidad de la identidad como un firme asidero en tiempos de perplejidad y desconcierto, ¿cómo es posible que se salude con tanta ingenuidad conceptual la identidad de todo un pueblo y se haga de ello bandera? Sólo desde la proximidad al pensamiento mágico pueden defenderse posiciones así, la verdad.
El malestar social causado por la crisis ha puesto en evidencia un descontento profundo con la política y la conciencia creciente de los estragos causados por la economía del mercado global. *Una profunda regeneración de la política y la interlocución con sectores críticos con el actual modelo socioeconómico son imprescindibles para volver a conectar con amplios sectores sociales. Una conexión con la sociedad que también tiene que mejorar a través de **la presencia en las redes sociales y la práctica de una verdadera política 2.0.
         *Más buenas intenciones y tópicas palabras para un mensaje que puede sostenerse desde todas las posiciones del arco parlamentario. Lo conveniente es detallar esa regeneración y hacer de ella bandera, como el urgentísimo de las listas abiertas o la circunscripción única para las elecciones generales: si todos los diputados representan al pueblo español, ¿por qué han de sufrir los votantes la restricción geográfica a la hora de votar? Los parlamentarios han de trabajar por los intereses generales de los ciudadanos del país, no cada uno por los de esta o aquella región o nacionalidad, por lo tanto, es de urgente necesidad que podamos votar a cualquier candidato de cualquier candidatura de todo el país. La tendencia “controladora” de los partidos, su segunda naturaleza, seguro que contemplan una propuesta así como una invitación al caos, pero o nos movemos en esa dirección, la de que los votantes comprueben que algo se mueve, o la distancia entre los votantes y los partidos se volverá insalvable.
         **Lo más actual no quiere decir necesariamente lo más conveniente. No hay que sacralizar nada, porque eso es propio de una actitud no poco “paleta”. Ni el misoneísmo ni el filoneísmo. La red se ha convertido en un espacio privilegiado para explotar la inseguridad ontológica de las personas, que difícilmente se identifican en ella con su nombre propio y sí casi siempre con alias desfiguradores. La presencia en la red es importante, no lo discuto, pero las relaciones humanas requieren el contacto personal, la presencia, las sensaciones, las sinergias, las simpatías, etc. Si algo bueno ha tenido el movimiento 15-M ha sido el redescubrimiento del ágora, de la calle, del diálogo, de la discusión pública, del diálogo socrático… Y esa es la vía en la que se debería perseverar. Las complicidades personales garantizan la lealtad electoral, incluso por encima de las legítimas posiciones ideológicas. En la red apenas hay diálogo, sino intercambio de monólogos y de insultos. Pongo por caso el blog del compañero Joan Ferran. En uno de los posts abogaba por el diálogo con la gente como herramienta fundamental de una concepción de la política más cercana. Mi sorpresa fue comprobar, cuando quise hacer algún comentario al respecto, que el blog no admitía comentarios, es decir, negaba de raíz el diálogo por el que tanto abogaba. Este tipo de contradicciones son las que han de resolverse desde estructuras que, nacidas con rigidez de otros tiempos, han de adaptarse a la flexibilidad de los actuales.
La necesaria renovación de la democracia exige reivindicar la acción política y mejorar los mecanismos de representación y participación democráticas, promoviendo la aprobación de una ley electoral catalana que permita *la elección directa de diputados en distritos uninominales garantizando la proporcionalidad del sistema, erradicando la corrupción y todo abuso de poder, y promoviendo mecanismos de rendimiento de cuentas de los cargos electos.
         *Aquí se produce en cierta manera aquello de las churras y las merinas, porque de una ley electoral no se desprende la erradicación de la corrupción, del abuso del poder y la instauración de controles de los cargos electos, que están sometidos al imperio de la ley, al tribunal de cuentas, etc. A ver si ahora vamos a pasar del inmovilismo total al fetichismo de cualquier movimiento como si solo de uno de ellos dependiera la renovación de nuestra democracia. Estúdiense bien las cosas, escójanse las opciones que le dan mayor poder de decisión a los ciudadanos y reajusten los partidos sus estructuras en función de esa cesión de poder, que es lo procedente. Y lo decisivo, por supuesto, la transferencia de poder “real” a los ciudadanos, no un simple simulacro que conseguiría el efecto contrario del deseado: ampliar el abismo entre representantes y no-representados.

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