lunes, 8 de julio de 2013

La desorientación pseudofederal del PSOE


Fisking al proyecto federalista del PSOE, nacido a remolque del promovido por el psC (Primera parte)


1. Los orígenes del Estado Autonómico están ligados a la democracia misma.
No era posible construir la arquitectura democrática de España sin atender
la demanda del autogobierno que expresaban las nacionalidades que ya
conquistaron la autonomía en el período republicano (Cataluña-Euskadi
y Galicia) y sin contemplar un modelo territorial que pudiera ofrecer una
descentralización política semejante al resto de los territorios, (algunos de
los cuales también habían iniciado ya un proceso hacia la autonomía en
aquel período) con iguales o parecidos deseos de autogobierno y con su
propias motivaciones políticas, económicas o identitarias para ello.

De estos tres tipos de motivaciones, el más llamativo es el de las “identitarias”, porque presupone, de facto, un consenso universal sobre los rasgos de esa identidad que no hay por dónde cogerlo, salvo el de la imposición de un “relato” (que dicen los modernos)  creado desde el poder dominante y sus medios de comunicación “a” las masas, esto es, de alienación de las mismas, aunque las divergencias sobre ese relato pueden hablarnos de identidades tan diferentes que el propio concepto resulte ridículo en su afán totalitario de imponer ese único relato. En último análisis, los rasgos identitarios los acabaría forjando un grupo para imponerlos a los discrepantes, negándoles su pertenencia al mismo, que es, adhesiones inquebrantables de por medio, lo que está sucediendo en la actualidad.

2. La Constitución y los primeros Estatutos describieron el punto de partida de lo que iba a ser el Estado Autonómico español. Un modelo singular, aunque su resultado final es un modelo de organización territorial del Estado, de claro corte federal, porque se ha desarrollado de manera creciente desde los principios del federalismo. Una estructura que ha permitido combinar los principios básicos de un estado complejo: Subsidiariedad, identidad y cohesión. El modelo autonómico fue la fórmula idónea para construir un Estado moderno y eficaz, sobre la base de la pluralidad identitaria de sus nacionalidades y regiones, a las que dotó de un amplio y sólido autogobierno, en la perspectiva de los modelos federales más descentralizados del mundo. La realidad histórica de nuestro país y la diversidad cultural, social y política de sus comunidades aconsejaban la implantación del modelo autonómico, que fue pieza clave de nuestra Constitución.


Y vuelta a la identidad, como si España hubiera de organizarse ontológicamente, en vez de política y administrativamente: Subsidiariedad, identidad y cohesión son los tres rasgos del modelo autonómico, básicos, según los redactores, para la concepción de un estado complejo como el de las autonomías o federal, porque este baile entre los dos conceptos permite pensar que “ya” somos un estado federal “de hecho”, aunque no “de iure”. Que la identidad se sitúe al mismo nivel que la cohesión y que no aparezca el concepto de solidaridad, no parece un buen comienzo para un proyecto socialista, la verdad.



3. El modelo autonómico español ha sido un éxito. Ha permitido devolver
a las Comunidades que aprobaron estatutos en el pasado, un moderno
autogobierno como el que nunca tuvieron. El autogobierno ha sido,
además, el marco adecuado de encuentro entre las opciones políticas de
esas Comunidades y la única manera de gobernar su pluralidad interna.
El sistema autonómico ha acercado el gobierno a los administrados y la
gestión de los grandes servicios públicos (educación, sanidad, etc.) a los
ciudadanos. Ha aproximado y nivelado la renta y la calidad de vida entre los
ciudadanos españoles, estableciendo una notable aproximación entre los
territorios. Ha sido la España autonómica la que ha construido las grandes
infraestructuras que vertebran y unen a los pueblos y a las ciudades
españolas. Ha sido la España autonómica la que ha consolidado los pilares
de un Estado del Bienestar en el que los derechos básicos ciudadanos a la
educación universal, a la sanidad gratuita, a pensiones dignas, a los servicios sociales, al derecho a la autonomía personal, sean iguales para todos los españoles. Es la España autonómica la que ha configurado un hábitat de  derechos ciudadanos iguales en el desarrollo de nuestra Constitución.

Deberían aportarse datos que permitieran sostener que se ha producido esa nivelación de renta y calidad de vida, estableciendo una notable aproximación entre los territorios. Leído ese párrafo desde Barcelona ciudad pensando en la ciudad de Vitoria o de Bilbao, por ejemplo, resulta una afirmación propagandística sin base real alguna.
Ese hábitat de derechos iguales no tiene en cuenta, por lo que se ve, el sistemático incumplimiento de las resoluciones judiciales de nuestro estado de derecho en que se afirma por activa y por pasiva que el castellano ha de ser lengua vehicular en la enseñanza pública, por ejemplo; ni tampoco que algunas autonomías puedan privatizar los servicios públicos que definen el menguante estado del bienestar. Es una falacia fácilmente refutable el que todos tengamos, en todos los territorios del estado los mismos derechos. Sencillamente, no es cierto.


4. No obstante, la experiencia del funcionamiento del Estado autonómico sigue mostrando problemas de desarrollo que no hemos sido capaces de resolver todavía. Problemas e ineficacias del modelo para ordenar la vida colectiva de un Estado complejo, que inscribe su gobernanza en un nuevo contexto de globalización económica y de una unión política económica y monetaria en Europa. Sobre nuestro debate para perfeccionar el modelo, se sitúan así viejos problemas irresueltos y nuevos problemas que atender.
Un Senado que ha fracasado en su vocación de cámara de representación territorial; un modelo de financiación que sigue produciendo insatisfacciones importantes; la debilidad de los mecanismos de cooperación y de coordinación; una excesiva complejidad y conflictividad jurídica en el reparto competencial y en consecuencia, a veces, una confusa acumulación de instituciones en el ejercicio de prestaciones públicas comunes, entre otros.

¡Estas redacciones! No es la experiencia lo que muestra problemas de desarrollo, sino que esos problemas se deben a la incompetencia y los intereses creados de las fuerzas políticas que han gestionado el Estado autonómico, no tanto a su incapacidad. Decir del Senado que ha fracasado en su vocación de cámara de representación territorial es un disparate mayúsculo, propio de quien tira la piedra y esconde la mano. Que el Senado forma parte de las bicocas políticas a las que  no se quiere renunciar, sería más apropiado.

5. A todo ello se ha añadido, en los últimos meses, un doble y contradictorio
proceso. De una parte, la crisis ha ido acentuando una corriente de opinión
pública crítica con el Estado Autonómico y sensible al viejo discurso
recentralizador y de otra la ruptura del nacionalismo catalán con el marco
estatutario y constitucional y su apuesta abiertamente independentista.


No hay como marcar a nuestra conveniencia los frentes en disputa para poder aparecer au-dessus de la mêlée portando la buena nueva de la propuesta que nos salvará del caos al que indefectiblemente nos condenará esa oposición. Por otro lado, ¿por qué señalar esa ruptura catalana y no hacer lo propio con la vasca, por ejemplo? Más parece que en esta propuesta se ventilen asuntos internos de la familia socialista que auténticos asuntos de Estado que afectan a todos los españoles. El recurso a etiquetar de viejo discurso centralizador las críticas que señalan la casi impunidad de la corrupción política que ha favorecido el Estado autonómico puede contentar a los redactores, pero los aleja de una realidad que parece abogar por la desaparición del bipartidismo, según  las últimas encuestas. Tal formulación sí que responde al viejo discurso bipartidista que está saltando hecho pedazos.

6. Frente a las pulsiones neocentralistas, debemos ser claros: la vuelta atrás del sistema autonómico, no es posible. Administrativamente sería un desastre organizativo y políticamente provocaría nuevas y quizás insuperables tensiones territoriales, poniendo fin a la mejor experiencia histórica de la España plural, construida sobre el reconocimiento de la identidad de sus comunidades sólidamente establecidas, hoy, en su autogobierno. Sencillamente, ese horizonte es inasumible en la España del Siglo XXI. Nos oponemos igualmente a la ruptura del país. No podemos ni queremos contemplar la ruptura de Cataluña con el resto de España. Simplemente nos parece un desastre para todos. Para Cataluña y para España. Los problemas del modelo territorial tienen mejores soluciones.

La primera frase, con ese error sintáctico de 1º de ESO, la separación del  sujeto y el verbo con una coma, nos indica bien a las claras la falta de claridad conceptual y normativa de los redactores. Por otro lado, la amenaza de las tensiones territoriales que seguirían a la recentralización, por el hecho de que la España plural se haya construida sobre el reconocimiento de la identidad, no deja de ser una hipótesis merecedora de ser tenida en cuenta; pero ello no puede ocultar el hecho, cada vez más hiriente, de que se trata de una cuestión, ese reconocimiento identitario, que lo primero que ha tensionado es la sociedad de esos territorios autonómicos que no acepta una sola interpretación de esas supuestas identidades definidoras. O dicho en plata, que la pluralidad del Estado autonómico no se reproduce a escala, y que el florecimiento de las tentaciones rupturistas  con el estado se producen siempre sobre la base no de la imposible única identidad, sino desde la imposición política de dicha identidad administrada por una parte de la sociedad.
Por otro lado, hablar de las pulsiones neocentralistas del Estado de las autonomías, cuando cada autonomía se organiza en función del más descarnado centralismo más parece un sarcasmo que un juicio político. Sucede lo mismo que con los partidos políticos: no existe la pluralidad interna; al que discrepa enseguida se le enseña la puerta de la calle.

7. Un sistema de reparto de competencias confuso y conflictivo. El sistema de atribución competencial establecido en la Constitución y en los Estatutos
de Autonomía es fuente inacabada de conflictos y de confusión. El hecho
de que la Constitución atribuya al Estado un listado de competencias con
carácter exclusivo, (Art. 149), a las CCAA las que establece el Art. 148 y las
que recojan sus Estatutos y al Estado, las no recogidas expresamente en
dichos Estatutos, ha generado una formulación demasiado abierta y nada
clarificada en sus conceptos y origen de una pugna interminable entre
poderes territoriales, de solapamientos e ineficiencias.

¿Dónde está la confusión? La conflictividad sí que se ve enseguida, por los numerosísimos recursos al TC, por parte del gobierno central y de los autonómicos, sobre dichas competencias, pero esa conflictividad es el meollo del sistema, la tensión mínima que ha de soportar un sistema que arbitra la disparidad de criterios como norma básica del sistema.


8. La ausencia de una verdadera Cámara Territorial. El modelo autonómico ha venido funcionando desde su creación con una falla principal: la ausencia de una Cámara de las nacionalidades y regiones que diera a la democracia española, la legitimidad territorial (Art. 2 de la C.E), junto a la legitimidad personal (Art. 1.2 de la C.E). A pesar de que el Art. 69.1 de la Constitución le otorga esa suprema función: “El Senado es la Cámara de representación territorial”, resulta evidente a todas luces que no la cumple.

O mi incapacidad de comprensión en cuanto al Derecho constitucional es absoluta o me han de explicar despacito y con buena dicción que nuestro sistema político carezca de legitimidad territorial por el hecho de carecer de un Senado que sea cámara de representación autonómica y que el edificio constitucional en su conjunta carezca de legitimidad a pesar del artículo 1.2: La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. ¿Qué nos quieren decir, desde el PSOE? ¿Qué significa la legitimidad territorial? ¿Qué la soberanía del Estado reside en el pueblo español “y” en los territorios de la nación española? Perdonen la vulgaridad, pero ¿cómo demonios se come eso? Que la suma hermosísima de las tierras españolas sea fuente de soberanía es algo que, ya digo, me resulta difícil de entender, quizás debido a mis fortísimas limitaciones jurídicas, pero creo que los redactores no están más fuertes que yo en el tema, la verdad. ¡Qué sospechosamente parecido es todo este proyecto a aquellos delirios esencialistas de la Constitución catalana que fue el Estatut de Maragall, y que con tanto arte y salero deconstruyó impecablemente Arcadi Espada!

9. Un modelo de financiación inacabado e insatisfactorio Otro de los
grandes problemas del sistema autonómico español es la inestabilidad
y la insatisfacción con el modelo de financiación de las Comunidades
Autónomas. A pesar del progresivo perfeccionamiento del modelo a través
de sucesivos acuerdos entre la Hacienda estatal y las de las CCAA, que han
mejorado la autonomía y la suficiencia de los recursos autonómicos, a pesar
de que se han ido mejorando los mecanismos de nivelación de los derechos
sociales básicos, lo cierto es que el modelo sigue mostrando difíciles
equilibrios y disfunciones entre solidaridad interterritorial y los recursos
propios y entre los resultados financieros de las autonomías forales y las
del régimen común.

Nos vamos acercando al meollo de la cuestión: el reparto de los dineros o, dicho de otro modo, el reparto del endeudamiento. Que se producen injusticias de facto en ese reparto salta a la vista. Que las variantes solidarias que se tienen en cuenta han de afinarse para no dar lugar a agravios comparativos, sobre todo en tiempos de escasez, es lo suyo. Pero intentar descoyuntar el sistema mediante reclamaciones independentistas para no tener que negociar “entre iguales” es el principal obstáculo al que se enfrenta el Estado. Por otro lado, los márgenes de actuación autonómica, con una capacidad de endeudamiento que ha llevado a la consideración de bonos basura de sus intentos de financiación exterior, también ha de formar parte de ese nuevo sistema de financiación.

10. Igualdad y Autonomías. En el ámbito de las políticas públicas de los grandes
servicios del Estado de Bienestar que han sido transferidos a las CCAA:
Educación, Sanidad y Servicios Sociales, preocupa que la descentralización
autonómica produzca diferencias entre los españoles. Es imprescindible
garantizar en todo el territorio del Estado la protección de los derechos
sociales básicos en condiciones de igualdad, esto es, un nivel básico en los
servicios y prestaciones para toda la ciudadanía. Y en el cumplimiento de
los deberes y obligaciones.
¡Ay, caramba! ¿Y a esto no se le ha de llamar pulsión neocentralista, verdad? ¡Qué tremenda hipocresía! De repente todos nuestros males proceden de no disponer de esa inexplicada legitimidad territorial y de no haber gobernado el Estado desde el Senado territorial, y ahora, ¡catacrac!, Loapa que te crió en esos tres ejes que son los que el capricho de los ponentes han querido que sea, pero al que otros, desde otros partidos, podrían añadir otros. ¿Y cómo ha digerido el psC que se garantice la igualdad en el servicio educativo? ¿Cómo se manifiesta esa igualdad? ¿O estamos, como en otras tantas ocasiones, ante una formulación vacía, significantes sin significado?

11. Cohesión territorial. Además de la desigualdad de acceso a los servicios
públicos, resulta también muy preocupante la insuficiencia de los mecanismos
destinados a corregir los desequilibrios económicos interterritoriales que
persisten en la actualidad y que hasta se han acrecentado en los últimos
años y que se han acrecentado en los últimos años a causa de la injusta
distribución llevada a cabo de los Fondos Europeos. Es necesario avanzar
mucho más en la cohesión entre territorios y en la convergencia regional,
otorgando más relevancia a los instrumentos destinados para ello, como
única manera de garantizar niveles de vida semejantes.

Compárese este punto 11 con el 3 y después que cada cual saque sus conclusiones sobre la escasa distancia que hay, para algunos partidos, entre el agitprop y las supuestas propuestas políticas serias. ¿No se va advirtiendo que en esta propuesta hay más de satisfacción de las diferentes baronías socialistas que una sólida concepción de cómo ha de ser un Estado moderno? Mientras que en el punto 3 todo eran elogios a nuestra arquitectura constitucional, aquí se nos dice que hace aguas por todas partes y que requiere una enmienda urgente, pero no en el sentido que propone el psC de restringir el concepto de solidaridad, sino en el contrario. ¿No se puede llamar a esto, con toda propiedad, estar en misa y repicar?



12. Insuficiente colaboración institucional entre Comunidades Autónomas y
Estado. Otro de los problemas que manifiesta nuestro modelo autonómico
es la falta de cooperación institucional. Ello obedece a la inexistencia en
España de una “cultura política” para la colaboración en las relaciones
intergubernamentales y a la debilidad de los instrumentos de colaboración y
cooperación, tanto verticales como horizontales. La ausencia de esa “cultura
de la colaboración”, propia de los modelos federales y el hecho de que la
Constitución no haya previsto reglas ni técnicas propias del federalismo
para articular las relaciones del Estado con las CCAA y de éstas entre sí,
han generado un grado muy deficiente en la cooperación institucional de
nuestro modelo autonómico.

He aquí la sutileza ambigua de lo que no se explicita pero se quiere dar a entender para defender ante quien reclame que sí se recoge. Una más de esas muestras de funambulismo político al que tan aficionados son los políticos de la vieja escuela, los de la pulsión bipartidista. ¿Qué significa relaciones intergubernamentales? ¿Es el sustituto descafeinado de las relaciones bilaterales que proponía el proyecto del psC? Menos mal que, a continuación, el texto habla de las relaciones verticales y horizontales, para que quede claro que el gobierno central está por encima de los autonómicos. Si ello es así, ¿no sirven para nada, entonces, los diferentes organismos que reúnen a los gobiernos de las CCAA y en los que se deciden asuntos de tanto interés como el propio sistema de financiación? La pregunta que habría de hacérseles a los redactores sería: ¿cómo habéis creado un sistema inoperante? ¿Cómo es que a lo largo de tantos y tantos años de funcionamiento no se os haya ocurrido que necesitaba una renovación?


13. Administraciones Públicas y organización territorial. Debemos continuar
adecuando las Administraciones públicas a la estructura territorial
autonómica. Reordenar el número de Administraciones que operan en
el territorio, clarificar sus funciones, ajustar la Administración del Estado
al modelo descentralizado y revisar las estructuras administrativas de
las CCAA, es una tarea pendiente. Muy relacionado con el problema de
la insuficiente cooperación institucional en nuestro modelo, están las
disfunciones que producen en los ciudadanos (en el ejercicio de sus
derechos o en sus relaciones con las Administraciones Públicas) y en la
actividad económica (unidad de mercado), las diferentes normativas y
regulaciones establecidas por las distintas Administraciones competentes
para las mismas actividades.

Volvemos a los mensajes contradictorios. Hemos, se nos dice, de adecuar la Administración  pública a la organización autonómica, pero a renglón seguido se nos dice que esa dispersión territorial de normativas relacionadas con la actividad productiva, por ejemplo, atenta contra la unidad de mercado que, como cualquier lector comprende enseguida, no tiene NADA que ver con ningún tipo de pulsión recentralizadora o neocentralista… Cada vez me convenzo más que las siglas del PSOE se han de reescribir Partido Socialista Oportunista Español, a juzgar por esa tendencia irrefrenable a adoptar lo que más pueda convenir coyunturalmente en cada momento, en vez de poseer un pensamiento propio que se vaya adaptando al paso de los tiempos. Lo de ahora, en este proyecto, por ejemplo, son bandazos hacia donde se satisfaga a tal o a cual baronía. Nada que ver con un concepto claro y meditado del Estado español con el atraer a los ciudadanos. Donde rige el oportunismo político se pierden todas las oportunidades. Que no se quejen de su desgaste porque un proyecto como el presente es el primero en despojarlos del mínimo de seriedad y de credibilidad que se le puede exigir a una fuerza política.


14. El referéndum estatutario y el Tribunal Constitucional. Efectivamente,
uno de los primeros problemas que debe corregirse es la intervención del
Tribunal Constitucional después del referéndum popular de aprobación
de un Estatuto. Naturalmente no se trata de cuestionar, ni mucho menos
de impedir, la intervención del Tribunal Constitucional para examinar
la constitucionalidad de un Estatuto de autonomía, sino de ubicar el
recurso y la sentencia con anterioridad a su sometimiento a referéndum.
La recuperación singular y excepcional del recurso previo podría ser una
buena solución.

Volvemos a la satisfacción de las partes. Se convino que el recurso previo de inconstitucionalidad era uno de los principales obstáculos del estado autonómico y ahora, para contentar al psC , porque el singular de la redacción no alude a otro proceso estatutario diferente del catalán, se nos dice que conviene rescatarlo, pero sin que ello deslegitime al TC para emitir las sentencias que crea convenientes. No entiendo, dicho sea de paso, que el psC se contente con este redactado cuando en el suyo al TC le estaba vedado sentenciar sobre las autonomías y cuyos miembros, además, eran elegidos por los gobiernos autonómicos.

15. Riesgos de ruptura nacionalista. Pero, quizás el problema más grave surgido
en estos últimos meses, en el desarrollo de nuestro modelo autonómico, sea
la ruptura del nacionalismo catalán con el marco estatutario y constitucional
y su apuesta por la independencia de Cataluña. Esta opción estratégica del
nacionalismo catalán debe ser atribuida a quienes la han tomado. Pero nuestro
diagnóstico sobre los sentimientos y opiniones de la ciudadanía catalana, no debe
olvidar que, han influido en ellos la insatisfacción de los modelos de financiación,
la decepción sobre el desenlace de la reforma estatutaria y las dificultades del
modelo autonómico actual para integrar sus singularidades culturales, simbólicas
o nacionales. Los socialistas no podemos dar por buena esta ruptura. No nos
resignamos. Hemos vivido juntos y queremos vivir juntos. Siempre hemos
dialogado y nos hemos encontrado.

¡Virgen del amor hermoso, qué nivelazo político! Debería analizar con toda la seriedad del mundo los tópicos, las sandeces y las obviedades falaces encubiertas en las afirmaciones de este párrafo, un dechado de insensateces impropias de un supuesto proyecto federal para España. No entiendo que el día a día de la lucha política haya de recogerse en un proyecto de esta naturaleza, y menos aún que se salpique dicho proyecto de expresiones que avergüenzan al más indocto, amén de la vergüenza sintáctica que producen frases tan contrahechas como la que va desde el segundo Pero hasta nacionales, lo que prueba una vez más el escaso respeto a la sindéresis propio de quienes ven con los nublos de la retórica partidista y no con las luces de la razón.
Vayamos por partes: 1. Nuestro diagnóstico sobre los sentimientos y opiniones de la ciudadanía catalana…
¿Pero quiénes se han reunido para elaborar esta propuesta: arúspices, quirománticos, parapsicólogos, augures, videntes televisivos de madrugada…? ¿No es algo así como una presunción descabellada que un partido político sea capaz de elaborar un diagnóstico sobre los sentimientos y opiniones de la ciudadanía catalana? ¿No es, de hecho, caer en el mismo juego que proponen los nacionalistas?                           
2. Los socialistas no podemos dar por buena esta ruptura. No nos resignamos. Hemos vivido juntos y queremos vivir juntos.
¿De quiénes hablan cuando dicen “juntos”? ¿De esa aberrante incongruencia que han ido imponiendo los nacionalistas al hablar de catalanes y españoles, de Cataluña y España, y que con tan absurdo complejo de inferioridad repite Rubalcaba como un mantra? Todo el redactado del párrafo está concebido desde ese dar por buena una realidad política más que alejada de la realidad real. En Cataluña se imponen visiones de lo catalán que se parecen tanto a lo real como Junqueras a un corredor de maratón.


16. Los socialistas queremos abordar estos problemas de la política autonómica
desde una perspectiva constructiva y dialogada, democrática y federalista.
Nuestra voluntad es reafirmar el Estado autonómico avanzando y desarrollando
reformas de naturaleza federal. Creemos que en el federalismo se ubican las
mejores soluciones para reconocer, respetar e integrar las diversas aspiraciones
nacionales que conviven en España, la cohesión social, la igualdad y para
encontrar las mejores respuestas a los problemas de nuestras comunidades
en un Estado integrador y eficiente. A esto responde este documento. A la
definición del pensamiento socialista en esta grave encrucijada. A la respuesta
que el PSOE quiere dar a este grave reto para España.

Es difícil, ciertamente, escribir un párrafo más prescindible. Podríamos tomarlo como ejemplo canónico de cómo puede escribirse sin decir absolutamente nada, y usarlo en las facultades de Ciencias Políticas (que es, en sí, un oxímoron como el Everest).





17. ¿Es necesaria la reforma de la Constitución para abordar la cuestión
territorial? El PSOE considera que la reforma constitucional es necesaria
para adecuarla a las nuevas demandas de la sociedad española y a las
nuevas realidades del Siglo XXI. Hace treinta y cinco años no estábamos
en la UE, ni había INTERNET, ni éramos una sociedad de inmigración, ni
nuestra economía estaba globalizada, ni había una crisis financiera como
la que hay ahora, ni había desarrollado servicios sociales básicos como la
educación, la sanidad o las pensiones. La Constitución española tiene que
adaptarse también por la grave crisis política que sufre nuestro país para
reforzar y relegitimar sus instituciones y sus reglas básicas de convivencia
democrática.
¿De dónde han sacado esta retórica de comercial de electrodomésticos? ¿O de catecismo? Porque este sistema de pregunta-respuesta es la expresión más deleznable de la argumentación. Con esa lógica de comercial, en la que la hipérbole o la enumeratio arrasan con todo, no se les ocurre otra cosa que decir que hace treinta años no teníamos educación, sanidad o pensiones. Por otro lado, ¿qué significa exactamente reforzar y relegitimar sus instituciones y sus reglas básicas de convivencia democrática? ¿Vivimos en una democracia ilegítima, tal vez? La verborrea, el hablar por hablar, la retórica barata de buhonero no puede considerarse, de ninguna de las maneras, pensamiento político. Y si este es el máximo nivel que nos pueden ofrecer desde el PSOE, que no se extrañen si mueren de fracaso, que no de éxito, como creyó FG que les pasaría.

8. La Reforma Constitucional es también necesaria en el ámbito territorial,
porque las correcciones que demanda el modelo exigen la modificación de
las previsiones constitucionales. No es posible, por ejemplo, abordar una
verdadera solución al fracaso del Senado y a la necesidad de una Cámara
territorial, sin una reforma constitucional. Lo mismo puede decirse, como
luego veremos, respecto a la clarificación competencial, o a la desaparición
de las disposiciones transitorias, o a los principios cooperativos o a la
solución a nuestro inacabado modelo de financiación territorial.

De nuevo otro párrafo vacío, expresión, paradójicamente, del horror vacui de sus nescientes redactores, quienes creen que escribir párrafos en los que nada se dice es un decir algo.

19. No se trata de una Reforma que nos sitúe en el comienzo de nuestra
andadura democrática, como si se iniciara un nuevo momento constituyente,
sino como la evolución natural del Estado autonómico, cuyo principal
impulsor ha sido el PSOE. Seguimos creyendo firmemente en ese modelo
de autogobierno profundo, de flexibilidad y singularidades inteligentes y,
seguimos apostando por su desarrollo y evolución que solo puede ser en
la dirección de los modelos federales más perfectos. Lo que no podemos
hacer es quedarnos quietos y asistir pasivos a la quiebra del modelo en
medio de un fuego cruzado de independentistas y recentralizadores.

Ahí vamos con la primera: el proyecto del PSOE es la evolución natural del Estado autonómico. ¿De verdad que el PSOE no tiene nada mejor que ofrecer que unos postulados basados en la darwiniana evolución natural del constitucionalismo? El talante religioso, tan cercano al de los nacionalistas catalanes, se advierte en ese énfasis con que nos dicen que creen firmemente en un modelo cuya descripción no sé si incita más a la risotada o al llanto, gracias a esas singularidades inteligentes que más parecen hablar de la robótica que de la democracia.

20. Por eso, quienes siempre hemos defendido la Constitución y el Estado
autonómico, planteamos actualizarlo y perfeccionarlo en una perspectiva
federal, porque el federalismo debe ser el modelo definitivo de nuestra
organización territorial, como en otros muchos grandes Estados del mundo.
Un modelo federal, cooperativo y pluralista como vía idónea para dar
respuesta a las legítimas diferencias que hoy se presentan desde diversas
comunidades autónomas, sin quebranto de lo que ha de ser el respeto
eficaz al igualitario reconocimiento de los derechos de los ciudadanos y
a la solidaridad interterritorial. Se trata de conjugar igualdad y legítimas
diferencias, siendo conscientes de que el reconocimiento de estas últimas en
territorios que las presentan en virtud de sus especificidades o de “derechos
históricos” susceptibles del respaldo jurídico que ya les da la Constitución
o porque las fijan sus estatutos, no deben suponer diferencias en lo que a
los derechos de los ciudadanos y ciudadanas se refiere. Mantenemos a ese
respecto una inequívoca voluntad igualitaria desde la que nos oponemos a
todo lo que redunde en un trato discriminatorio a la ciudadanía.

Más propaganda de las bondades del sistema federal y la convicción de que solo él puede perfeccionar nuestro Estado, porque solo él es el modelo definitivo de nuestra organización estatal. Desde ese convencimiento, ¿es posible un diálogo con quien no comulgue con esa convicción? Un proyecto así, que no depende para su instauración de la voluntad de un partido, sino del diálogo con las otras fuerzas políticas, más parece un trágala que una propuesta de negociación. Bien están las diferencias, las singularidades, los hechos diferenciales, las nacionalidades, naciones, reinos, etc., pero, ¡alto ahí a que haya ni una pizquita así de desigualdad en los derechos!, lo que no deja de ser un brindis al sol, porque habitualmente se conculcan derechos lingüísticos de los ciudadanos y no parece que a los redactores les importe lo más mínimo.

20. Las Reformas que proponemos pretenden ofrecer las mejores soluciones
para cumplir dos objetivos básicos: Por un lado, articular un Estado fuerte
y eficaz capaz de dar respuesta a los problemas de nuestro tiempo y de
garantizar una alta calidad en la prestación de los servicios públicos y, en
condiciones de igualdad para todos; y por otro, garantizar el respeto a la
diversidad y dar respuesta a las demandas de autogobierno de las entidades
que lo componen. Nuestra propuesta tendría por finalidad lograr un Estado
más eficaz, más democrático y más integrador. En definitiva, un Estado
cuya organización territorial responda a una estructura federal.


No sólo seguimos con la verborrea, sino que los redactores no tienen reparo en doblar el punto 20. Al fin y al cabo, qué más da, si se añade a tanta inanidad política, a tanto discurso vacío y propagandístico de las supuestas virtudes de un modelo que queriendo satisfacer a todos no acaba satisfaciendo a nadie, salvo a quien se cree todas las sandeces que en él se escriben sin rubor alguno, como si no hubiera, entre nosotros, Gustavos Buenos que les saquen los colores y los pongan en su sitio: el Hades de la ignorancia y la estulticia.
Choca mucho que ofrezcan la creación de un Estado fuerte cuando venimos leyendo lo importante que es combatir el neocentralismo y la necesidad de legitimar territorialmente el Estado, en igualdad de condiciones con la legimitidad de la soberanía popular del artículo 1.2 de la Constitución. ¿No se acuerdan de lo que han escrito? ¿Es este proyecto una suma de ocurrencias, de eslóganes baratos? ¿Hay detrás de la confección de este proyecto realmente algún constitucionalista o alguien con dos dedos de frente y alguna neurona en ejercicio detrás de ella?

21. Nuestra voluntad es ofrecer esta reflexión y esta iniciativa al conjunto de las
fuerzas políticas con el fin de recuperar lo mejor del espíritu constitucional
de 1978, en la búsqueda del máximo consenso para una reforma tan
importante. Hacemos esta propuesta con la mirada y la esperanza puestas
en el diálogo y en el debate sosegado y productivo que permita dotar a
España de una organización territorial del Estado mejor estructurada,
pensando en los intereses de toda la ciudadanía, en la convivencia pacífica,
en el respeto a la unidad y a la pluralidad territorial, así como en la cohesión
social y estabilidad políticas que necesitamos y que deberíamos poder legar
a nuestras generaciones futuras.

Bien están los buenos sentimientos, pero, como ya he señalado, parecen olvidarse de lo que han escrito antes. Si la solución federal es la única capaz de perfeccionar nuestro sistema, ¿cómo es posible que ahora se descuelguen con que el diálogo sosegado nos permitirá acordar una refundación del Estado autonómico? ¿A quién pretenden engañar?  Tracen enhorabuena, si así lo desean, las líneas que no están dispuestos a traspasar en la negociación para no llamar a engaño a los demás, pero, hecho eso, bien pueden pensar los otros que sus líneas los apartan del deseado encuentro, con lo cual nos quedamos donde estamos: el PSOE federalizando y el PP recentralizando, y los votantes de ambos partidos retirándoles su apoyo en las encuestas.


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