Fisking al
proyecto federalista del PSOE, nacido a remolque del promovido por el psC (Primera parte)
1. Los orígenes del Estado Autonómico
están ligados a la democracia misma.
No era posible construir la
arquitectura democrática de España sin atender
la demanda del autogobierno que
expresaban las nacionalidades que ya
conquistaron la autonomía en el período
republicano (Cataluña-Euskadi
y Galicia) y sin contemplar un modelo
territorial que pudiera ofrecer una
descentralización política semejante al
resto de los territorios, (algunos de
los cuales también habían iniciado ya
un proceso hacia la autonomía en
aquel período) con iguales o parecidos
deseos de autogobierno y con su
propias motivaciones políticas,
económicas o identitarias para ello.
De estos tres tipos de motivaciones, el más llamativo es
el de las “identitarias”, porque presupone, de facto, un consenso universal
sobre los rasgos de esa identidad que no hay por dónde cogerlo, salvo el de la
imposición de un “relato” (que dicen los modernos) creado desde el poder dominante y sus medios
de comunicación “a” las masas, esto es, de alienación de las mismas, aunque las
divergencias sobre ese relato pueden hablarnos de identidades tan diferentes
que el propio concepto resulte ridículo en su afán totalitario de imponer ese único
relato. En último análisis, los rasgos identitarios los acabaría forjando un
grupo para imponerlos a los discrepantes, negándoles su pertenencia al mismo,
que es, adhesiones inquebrantables de por medio, lo que está sucediendo en la
actualidad.
2. La Constitución y los primeros
Estatutos describieron el punto de partida de lo que iba a ser el Estado
Autonómico español. Un modelo singular, aunque su resultado final es un modelo
de organización territorial del Estado, de claro corte federal, porque se ha
desarrollado de manera creciente desde los principios del federalismo. Una
estructura que ha permitido combinar los principios básicos de un estado
complejo: Subsidiariedad, identidad y cohesión. El modelo autonómico fue la
fórmula idónea para construir un Estado moderno y eficaz, sobre la base de la
pluralidad identitaria de sus nacionalidades y regiones, a las que dotó de un
amplio y sólido autogobierno, en la perspectiva de los modelos federales más
descentralizados del mundo. La realidad histórica de nuestro país y la
diversidad cultural, social y política de sus comunidades aconsejaban la
implantación del modelo autonómico, que fue pieza clave de nuestra
Constitución.
Y vuelta a la identidad, como si España hubiera de
organizarse ontológicamente, en vez de política y administrativamente: Subsidiariedad, identidad y cohesión son
los tres rasgos del modelo autonómico, básicos, según los redactores, para la
concepción de un estado complejo como el de las autonomías o federal, porque
este baile entre los dos conceptos permite pensar que “ya” somos un estado
federal “de hecho”, aunque no “de iure”. Que la identidad se sitúe al mismo
nivel que la cohesión y que no aparezca el concepto de solidaridad, no parece
un buen comienzo para un proyecto socialista, la verdad.
3. El modelo autonómico español ha sido
un éxito. Ha permitido devolver
a las Comunidades que aprobaron
estatutos en el pasado, un moderno
autogobierno como el que nunca
tuvieron. El autogobierno ha sido,
además, el marco adecuado de encuentro
entre las opciones políticas de
esas Comunidades y la única manera de
gobernar su pluralidad interna.
El sistema autonómico ha acercado el
gobierno a los administrados y la
gestión de los grandes servicios
públicos (educación, sanidad, etc.) a los
ciudadanos. Ha aproximado y nivelado la
renta y la calidad de vida entre los
ciudadanos españoles, estableciendo una
notable aproximación entre los
territorios. Ha sido la España
autonómica la que ha construido las grandes
infraestructuras que vertebran y unen a
los pueblos y a las ciudades
españolas. Ha sido la España autonómica
la que ha consolidado los pilares
de un Estado del Bienestar en el que
los derechos básicos ciudadanos a la
educación universal, a la sanidad
gratuita, a pensiones dignas, a los servicios sociales, al derecho a la
autonomía personal, sean iguales para todos los españoles. Es la España
autonómica la que ha configurado un hábitat de
derechos ciudadanos iguales en el desarrollo de nuestra Constitución.
Deberían aportarse datos que permitieran sostener que se
ha producido esa nivelación de renta y
calidad de vida, estableciendo una notable aproximación entre los territorios.
Leído ese párrafo desde Barcelona ciudad pensando en la ciudad de Vitoria o de
Bilbao, por ejemplo, resulta una afirmación propagandística sin base real
alguna.
Ese hábitat de derechos iguales no tiene en cuenta, por
lo que se ve, el sistemático incumplimiento de las resoluciones judiciales de
nuestro estado de derecho en que se afirma por activa y por pasiva que el
castellano ha de ser lengua vehicular en la enseñanza pública, por ejemplo; ni
tampoco que algunas autonomías puedan privatizar los servicios públicos que
definen el menguante estado del bienestar. Es una falacia fácilmente refutable
el que todos tengamos, en todos los territorios del estado los mismos derechos.
Sencillamente, no es cierto.
4. No obstante, la experiencia del
funcionamiento del Estado autonómico sigue mostrando problemas de desarrollo
que no hemos sido capaces de resolver todavía. Problemas e ineficacias del
modelo para ordenar la vida colectiva de un Estado complejo, que inscribe su
gobernanza en un nuevo contexto de globalización económica y de una unión
política económica y monetaria en Europa. Sobre nuestro debate para
perfeccionar el modelo, se sitúan así viejos problemas irresueltos y nuevos
problemas que atender.
Un Senado que ha fracasado en su
vocación de cámara de representación territorial; un modelo de financiación que
sigue produciendo insatisfacciones importantes; la debilidad de los mecanismos
de cooperación y de coordinación; una excesiva complejidad y conflictividad
jurídica en el reparto competencial y en consecuencia, a veces, una confusa
acumulación de instituciones en el ejercicio de prestaciones públicas comunes,
entre otros.
¡Estas redacciones! No es la experiencia lo que muestra
problemas de desarrollo, sino que esos problemas se deben a la incompetencia y
los intereses creados de las fuerzas políticas que han gestionado el Estado
autonómico, no tanto a su incapacidad. Decir del Senado que ha fracasado en su
vocación de cámara de representación territorial es un disparate mayúsculo,
propio de quien tira la piedra y esconde la mano. Que el Senado forma parte de
las bicocas políticas a las que no se
quiere renunciar, sería más apropiado.
5. A todo ello se ha añadido, en los
últimos meses, un doble y contradictorio
proceso. De una parte, la crisis ha ido
acentuando una corriente de opinión
pública crítica con el Estado
Autonómico y sensible al viejo discurso
recentralizador y de otra la ruptura
del nacionalismo catalán con el marco
estatutario y constitucional y su
apuesta abiertamente independentista.
No hay como marcar a nuestra conveniencia los frentes en
disputa para poder aparecer au-dessus de la mêlée portando la buena nueva de la propuesta que
nos salvará del caos al que indefectiblemente nos condenará esa oposición. Por
otro lado, ¿por qué señalar esa ruptura catalana y no hacer lo propio con la
vasca, por ejemplo? Más parece que en esta propuesta se ventilen asuntos
internos de la familia socialista que auténticos asuntos de Estado que afectan
a todos los españoles. El recurso a etiquetar de viejo discurso centralizador las críticas que señalan la casi
impunidad de la corrupción política que ha favorecido el Estado autonómico
puede contentar a los redactores, pero los aleja de una realidad que parece
abogar por la desaparición del bipartidismo, según las últimas encuestas. Tal formulación sí que
responde al viejo discurso bipartidista
que está saltando hecho pedazos.
6. Frente a las pulsiones
neocentralistas, debemos ser claros: la vuelta atrás del sistema autonómico, no
es posible. Administrativamente sería un desastre organizativo y políticamente
provocaría nuevas y quizás insuperables tensiones territoriales, poniendo fin a
la mejor experiencia histórica de la España plural, construida sobre el
reconocimiento de la identidad de sus comunidades sólidamente establecidas,
hoy, en su autogobierno. Sencillamente, ese horizonte es inasumible en la
España del Siglo XXI. Nos oponemos igualmente a la ruptura del país. No podemos
ni queremos contemplar la ruptura de Cataluña con el resto de España.
Simplemente nos parece un desastre para todos. Para Cataluña y para España. Los
problemas del modelo territorial tienen mejores soluciones.
La primera frase, con ese error sintáctico de 1º de ESO,
la separación del sujeto y el verbo con
una coma, nos indica bien a las claras la falta de claridad conceptual y
normativa de los redactores. Por otro lado, la amenaza de las tensiones
territoriales que seguirían a la recentralización, por el hecho de que la
España plural se haya construida sobre el reconocimiento de la identidad, no
deja de ser una hipótesis merecedora de ser tenida en cuenta; pero ello no
puede ocultar el hecho, cada vez más hiriente, de que se trata de una cuestión,
ese reconocimiento identitario, que lo primero que ha tensionado es la sociedad
de esos territorios autonómicos que no acepta una sola interpretación de esas
supuestas identidades definidoras. O dicho en plata, que la pluralidad del
Estado autonómico no se reproduce a escala, y que el florecimiento de las
tentaciones rupturistas con el estado se
producen siempre sobre la base no de la imposible única identidad, sino desde
la imposición política de dicha identidad administrada por una parte de la
sociedad.
Por otro lado, hablar de las pulsiones neocentralistas
del Estado de las autonomías, cuando cada autonomía se organiza en función del
más descarnado centralismo más parece un sarcasmo que un juicio político.
Sucede lo mismo que con los partidos políticos: no existe la pluralidad
interna; al que discrepa enseguida se le enseña la puerta de la calle.
7. Un sistema de reparto de
competencias confuso y conflictivo. El sistema de atribución competencial
establecido en la Constitución y en los Estatutos
de Autonomía es fuente inacabada de
conflictos y de confusión. El hecho
de que la Constitución atribuya al
Estado un listado de competencias con
carácter exclusivo, (Art. 149), a las
CCAA las que establece el Art. 148 y las
que recojan sus Estatutos y al Estado,
las no recogidas expresamente en
dichos Estatutos, ha generado una
formulación demasiado abierta y nada
clarificada en sus conceptos y origen
de una pugna interminable entre
poderes territoriales, de solapamientos
e ineficiencias.
¿Dónde está la confusión? La conflictividad sí que se ve
enseguida, por los numerosísimos recursos al TC, por parte del gobierno central
y de los autonómicos, sobre dichas competencias, pero esa conflictividad es el
meollo del sistema, la tensión mínima que ha de soportar un sistema que arbitra
la disparidad de criterios como norma básica del sistema.
8. La ausencia de una verdadera Cámara
Territorial. El modelo autonómico ha venido funcionando desde su creación con
una falla principal: la ausencia de una Cámara de las nacionalidades y regiones
que diera a la democracia española, la legitimidad territorial (Art. 2 de la
C.E), junto a la legitimidad personal (Art. 1.2 de la C.E). A pesar de que el
Art. 69.1 de la Constitución le otorga esa suprema función: “El Senado es la
Cámara de representación territorial”, resulta evidente a todas luces que no la
cumple.
O mi incapacidad de
comprensión en cuanto al Derecho constitucional es absoluta o me han de
explicar despacito y con buena dicción que nuestro sistema político carezca de legitimidad territorial por el hecho de
carecer de un Senado que sea cámara de representación autonómica y que el
edificio constitucional en su conjunta carezca de legitimidad a pesar del
artículo 1.2: La soberanía nacional
reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. ¿Qué
nos quieren decir, desde el PSOE? ¿Qué significa la legitimidad territorial? ¿Qué la soberanía del Estado reside en el
pueblo español “y” en los territorios de la nación española? Perdonen la
vulgaridad, pero ¿cómo demonios se come eso? Que la suma hermosísima de las
tierras españolas sea fuente de soberanía es algo que, ya digo, me resulta
difícil de entender, quizás debido a mis fortísimas limitaciones jurídicas, pero
creo que los redactores no están más fuertes que yo en el tema, la verdad. ¡Qué
sospechosamente parecido es todo este proyecto a aquellos delirios
esencialistas de la Constitución catalana que fue el Estatut de Maragall, y que
con tanto arte y salero deconstruyó impecablemente Arcadi Espada!
9. Un modelo de financiación inacabado
e insatisfactorio Otro de los
grandes problemas del sistema
autonómico español es la inestabilidad
y la insatisfacción con el modelo de
financiación de las Comunidades
Autónomas. A pesar del progresivo
perfeccionamiento del modelo a través
de sucesivos acuerdos entre la Hacienda
estatal y las de las CCAA, que han
mejorado la autonomía y la suficiencia
de los recursos autonómicos, a pesar
de que se han ido mejorando los
mecanismos de nivelación de los derechos
sociales básicos, lo cierto es que el
modelo sigue mostrando difíciles
equilibrios y disfunciones entre
solidaridad interterritorial y los recursos
propios y entre los resultados
financieros de las autonomías forales y las
del régimen común.
Nos vamos acercando al meollo de la cuestión: el reparto
de los dineros o, dicho de otro modo, el reparto del endeudamiento. Que se
producen injusticias de facto en ese reparto salta a la vista. Que las
variantes solidarias que se tienen en cuenta han de afinarse para no dar lugar
a agravios comparativos, sobre todo en tiempos de escasez, es lo suyo. Pero
intentar descoyuntar el sistema mediante reclamaciones independentistas para no
tener que negociar “entre iguales” es el principal obstáculo al que se enfrenta
el Estado. Por otro lado, los márgenes de actuación autonómica, con una
capacidad de endeudamiento que ha llevado a la consideración de bonos basura de sus intentos de
financiación exterior, también ha de formar parte de ese nuevo sistema de
financiación.
10. Igualdad y Autonomías. En el ámbito
de las políticas públicas de los grandes
servicios del Estado de Bienestar que
han sido transferidos a las CCAA:
Educación, Sanidad y Servicios
Sociales, preocupa que la descentralización
autonómica produzca diferencias entre
los españoles. Es imprescindible
garantizar en todo el territorio del
Estado la protección de los derechos
sociales básicos en condiciones de
igualdad, esto es, un nivel básico en los
servicios y prestaciones para toda la ciudadanía.
Y en el cumplimiento de
los deberes y obligaciones.
¡Ay, caramba! ¿Y a esto no se le ha de llamar pulsión neocentralista, verdad? ¡Qué
tremenda hipocresía! De repente todos nuestros males proceden de no disponer de
esa inexplicada legitimidad territorial
y de no haber gobernado el Estado desde el Senado territorial, y ahora,
¡catacrac!, Loapa que te crió en esos tres ejes que son los que el capricho de
los ponentes han querido que sea, pero al que otros, desde otros partidos,
podrían añadir otros. ¿Y cómo ha digerido el psC que se garantice la igualdad en el servicio educativo?
¿Cómo se manifiesta esa igualdad? ¿O estamos, como en otras tantas ocasiones,
ante una formulación vacía, significantes sin significado?
11. Cohesión territorial. Además de la
desigualdad de acceso a los servicios
públicos, resulta también muy
preocupante la insuficiencia de los mecanismos
destinados a corregir los
desequilibrios económicos interterritoriales que
persisten en la actualidad y que hasta
se han acrecentado en los últimos
años y que se han acrecentado en los
últimos años a causa de la injusta
distribución llevada a cabo de los
Fondos Europeos. Es necesario avanzar
mucho más en la cohesión entre
territorios y en la convergencia regional,
otorgando más relevancia a los
instrumentos destinados para ello, como
única manera de garantizar niveles de
vida semejantes.
Compárese este punto 11 con el 3 y después que cada cual
saque sus conclusiones sobre la escasa distancia que hay, para algunos
partidos, entre el agitprop y las supuestas propuestas políticas serias. ¿No se
va advirtiendo que en esta propuesta hay más de satisfacción de las diferentes
baronías socialistas que una sólida concepción de cómo ha de ser un Estado
moderno? Mientras que en el punto 3 todo eran elogios a nuestra arquitectura
constitucional, aquí se nos dice que hace aguas por todas partes y que requiere
una enmienda urgente, pero no en el sentido que propone el psC de restringir el concepto de solidaridad,
sino en el contrario. ¿No se puede llamar a esto, con toda propiedad, estar en
misa y repicar?
12. Insuficiente colaboración
institucional entre Comunidades Autónomas y
Estado. Otro de los problemas que
manifiesta nuestro modelo autonómico
es la falta de cooperación
institucional. Ello obedece a la inexistencia en
España de una “cultura política” para
la colaboración en las relaciones
intergubernamentales y a la debilidad
de los instrumentos de colaboración y
cooperación, tanto verticales como
horizontales. La ausencia de esa “cultura
de la colaboración”, propia de los
modelos federales y el hecho de que la
Constitución no haya previsto reglas ni
técnicas propias del federalismo
para articular las relaciones del
Estado con las CCAA y de éstas entre sí,
han generado un grado muy deficiente en
la cooperación institucional de
nuestro modelo autonómico.
He aquí la sutileza ambigua de lo que no se explicita
pero se quiere dar a entender para defender ante quien reclame que sí se
recoge. Una más de esas muestras de funambulismo político al que tan aficionados
son los políticos de la vieja escuela,
los de la pulsión bipartidista. ¿Qué
significa relaciones intergubernamentales?
¿Es el sustituto descafeinado de las relaciones
bilaterales que proponía el proyecto del psC? Menos mal que, a continuación, el texto habla de las
relaciones verticales y horizontales, para que quede claro que
el gobierno central está por encima de los autonómicos. Si ello es así, ¿no
sirven para nada, entonces, los diferentes organismos que reúnen a los
gobiernos de las CCAA y en los que se deciden asuntos de tanto interés como el
propio sistema de financiación? La pregunta que habría de hacérseles a los
redactores sería: ¿cómo habéis creado un sistema inoperante? ¿Cómo es que a lo
largo de tantos y tantos años de funcionamiento no se os haya ocurrido que
necesitaba una renovación?
13. Administraciones Públicas y
organización territorial. Debemos continuar
adecuando las Administraciones públicas
a la estructura territorial
autonómica. Reordenar el número de
Administraciones que operan en
el territorio, clarificar sus
funciones, ajustar la Administración del Estado
al modelo descentralizado y revisar las
estructuras administrativas de
las CCAA, es una tarea pendiente. Muy
relacionado con el problema de
la insuficiente cooperación institucional
en nuestro modelo, están las
disfunciones que producen en los
ciudadanos (en el ejercicio de sus
derechos o en sus relaciones con las
Administraciones Públicas) y en la
actividad económica (unidad de
mercado), las diferentes normativas y
regulaciones establecidas por las
distintas Administraciones competentes
para las mismas actividades.
Volvemos a los mensajes contradictorios. Hemos, se nos
dice, de adecuar la Administración
pública a la organización autonómica, pero a renglón seguido se nos dice
que esa dispersión territorial de normativas relacionadas con la actividad
productiva, por ejemplo, atenta contra la unidad de mercado que, como cualquier
lector comprende enseguida, no tiene NADA que ver con ningún tipo de pulsión
recentralizadora o neocentralista…
Cada vez me convenzo más que las siglas del PSOE se han de reescribir Partido
Socialista Oportunista Español, a juzgar por esa tendencia irrefrenable a
adoptar lo que más pueda convenir coyunturalmente en cada momento, en vez de
poseer un pensamiento propio que se vaya adaptando al paso de los tiempos. Lo
de ahora, en este proyecto, por ejemplo, son bandazos hacia donde se satisfaga
a tal o a cual baronía. Nada que ver con un concepto claro y meditado del
Estado español con el atraer a los ciudadanos. Donde rige el oportunismo
político se pierden todas las oportunidades. Que no se quejen de su desgaste
porque un proyecto como el presente es el primero en despojarlos del mínimo de
seriedad y de credibilidad que se le puede exigir a una fuerza política.
14. El referéndum estatutario y el
Tribunal Constitucional. Efectivamente,
uno de los primeros problemas que debe
corregirse es la intervención del
Tribunal Constitucional después del
referéndum popular de aprobación
de un Estatuto. Naturalmente no se
trata de cuestionar, ni mucho menos
de impedir, la intervención del
Tribunal Constitucional para examinar
la constitucionalidad de un Estatuto de
autonomía, sino de ubicar el
recurso y la sentencia con anterioridad
a su sometimiento a referéndum.
La recuperación singular y excepcional
del recurso previo podría ser una
buena solución.
Volvemos a la satisfacción de las partes. Se convino que
el recurso previo de inconstitucionalidad era uno de los principales obstáculos
del estado autonómico y ahora, para contentar al psC , porque el singular de la redacción no
alude a otro proceso estatutario diferente del catalán, se nos dice que
conviene rescatarlo, pero sin que ello deslegitime al TC para emitir las
sentencias que crea convenientes. No entiendo, dicho sea de paso, que el psC se contente con este redactado cuando en el
suyo al TC le estaba vedado sentenciar sobre las autonomías y cuyos miembros,
además, eran elegidos por los gobiernos autonómicos.
15. Riesgos de ruptura nacionalista.
Pero, quizás el problema más grave surgido
en estos últimos meses, en el
desarrollo de nuestro modelo autonómico, sea
la ruptura del nacionalismo catalán con
el marco estatutario y constitucional
y su apuesta por la independencia de
Cataluña. Esta opción estratégica del
nacionalismo catalán debe ser atribuida
a quienes la han tomado. Pero nuestro
diagnóstico sobre los sentimientos y
opiniones de la ciudadanía catalana, no debe
olvidar que, han influido en ellos la
insatisfacción de los modelos de financiación,
la decepción sobre el desenlace de la
reforma estatutaria y las dificultades del
modelo autonómico actual para integrar
sus singularidades culturales, simbólicas
o nacionales. Los socialistas no
podemos dar por buena esta ruptura. No nos
resignamos. Hemos vivido juntos y
queremos vivir juntos. Siempre hemos
dialogado y nos hemos encontrado.
¡Virgen del amor hermoso, qué nivelazo político! Debería
analizar con toda la seriedad del mundo los tópicos, las sandeces y las
obviedades falaces encubiertas en las afirmaciones de este párrafo, un dechado
de insensateces impropias de un supuesto proyecto federal para España. No
entiendo que el día a día de la lucha política haya de recogerse en un proyecto
de esta naturaleza, y menos aún que se salpique dicho proyecto de expresiones
que avergüenzan al más indocto, amén de la vergüenza sintáctica que producen
frases tan contrahechas como la que va desde el segundo Pero hasta nacionales, lo
que prueba una vez más el escaso respeto a la sindéresis propio de quienes ven
con los nublos de la retórica partidista y no con las luces de la razón.
Vayamos por partes: 1. Nuestro diagnóstico
sobre los sentimientos y opiniones de la ciudadanía catalana…
¿Pero quiénes se han reunido para elaborar esta
propuesta: arúspices, quirománticos, parapsicólogos, augures, videntes
televisivos de madrugada…? ¿No es algo así como una presunción descabellada que
un partido político sea capaz de elaborar un diagnóstico sobre los sentimientos y opiniones de la
ciudadanía catalana? ¿No es, de hecho, caer en el mismo juego que proponen
los nacionalistas?
2. Los socialistas no
podemos dar por buena esta ruptura. No nos resignamos. Hemos vivido juntos y
queremos vivir juntos.
¿De quiénes hablan cuando dicen “juntos”? ¿De esa
aberrante incongruencia que han ido imponiendo los nacionalistas al hablar de catalanes y españoles, de Cataluña y España, y que con tan absurdo complejo
de inferioridad repite Rubalcaba como un mantra? Todo el redactado del párrafo
está concebido desde ese dar por buena una realidad política más que alejada de
la realidad real. En Cataluña se imponen visiones de lo catalán que se parecen
tanto a lo real como Junqueras a un corredor de maratón.
16. Los socialistas queremos abordar
estos problemas de la política autonómica
desde una perspectiva constructiva y
dialogada, democrática y federalista.
Nuestra voluntad es reafirmar el Estado
autonómico avanzando y desarrollando
reformas de naturaleza federal. Creemos
que en el federalismo se ubican las
mejores soluciones para reconocer,
respetar e integrar las diversas aspiraciones
nacionales que conviven en España, la
cohesión social, la igualdad y para
encontrar las mejores respuestas a los
problemas de nuestras comunidades
en un Estado integrador y eficiente. A
esto responde este documento. A la
definición del pensamiento socialista
en esta grave encrucijada. A la respuesta
que el PSOE quiere dar a este grave
reto para España.
Es difícil, ciertamente, escribir un párrafo más
prescindible. Podríamos tomarlo como ejemplo canónico de cómo puede escribirse
sin decir absolutamente nada, y usarlo en las facultades de Ciencias Políticas
(que es, en sí, un oxímoron como el Everest).
17. ¿Es necesaria la reforma de la
Constitución para abordar la cuestión
territorial? El PSOE considera que la
reforma constitucional es necesaria
para adecuarla a las nuevas demandas de
la sociedad española y a las
nuevas realidades del Siglo XXI. Hace
treinta y cinco años no estábamos
en la UE, ni había INTERNET, ni éramos
una sociedad de inmigración, ni
nuestra economía estaba globalizada, ni
había una crisis financiera como
la que hay ahora, ni había desarrollado
servicios sociales básicos como la
educación, la sanidad o las pensiones.
La Constitución española tiene que
adaptarse también por la grave crisis
política que sufre nuestro país para
reforzar y relegitimar sus
instituciones y sus reglas básicas de convivencia
democrática.
¿De dónde han sacado esta retórica de comercial de
electrodomésticos? ¿O de catecismo? Porque este sistema de pregunta-respuesta
es la expresión más deleznable de la argumentación. Con esa lógica de
comercial, en la que la hipérbole o la enumeratio
arrasan con todo, no se les ocurre otra cosa que decir que hace treinta años no
teníamos educación, sanidad o pensiones. Por otro lado, ¿qué significa
exactamente reforzar y relegitimar sus
instituciones y sus reglas básicas de convivencia democrática? ¿Vivimos en
una democracia ilegítima, tal vez? La verborrea, el hablar por hablar, la
retórica barata de buhonero no puede considerarse, de ninguna de las maneras,
pensamiento político. Y si este es el máximo nivel que nos pueden ofrecer desde
el PSOE, que no se extrañen si mueren de fracaso, que no de éxito, como creyó
FG que les pasaría.
8. La Reforma Constitucional es también
necesaria en el ámbito territorial,
porque las correcciones que demanda el
modelo exigen la modificación de
las previsiones constitucionales. No es
posible, por ejemplo, abordar una
verdadera solución al fracaso del
Senado y a la necesidad de una Cámara
territorial, sin una reforma
constitucional. Lo mismo puede decirse, como
luego veremos, respecto a la
clarificación competencial, o a la desaparición
de las disposiciones transitorias, o a
los principios cooperativos o a la
solución a nuestro inacabado modelo de
financiación territorial.
De nuevo otro párrafo vacío, expresión, paradójicamente,
del horror vacui de sus nescientes redactores, quienes creen que escribir
párrafos en los que nada se dice es un decir algo.
19. No se trata de una Reforma que nos
sitúe en el comienzo de nuestra
andadura democrática, como si se
iniciara un nuevo momento constituyente,
sino como la evolución natural del
Estado autonómico, cuyo principal
impulsor ha sido el PSOE. Seguimos
creyendo firmemente en ese modelo
de autogobierno profundo, de flexibilidad
y singularidades inteligentes y,
seguimos apostando por su desarrollo y
evolución que solo puede ser en
la dirección de los modelos federales
más perfectos. Lo que no podemos
hacer es quedarnos quietos y asistir
pasivos a la quiebra del modelo en
medio de un fuego cruzado de
independentistas y recentralizadores.
Ahí vamos con la primera: el proyecto del PSOE es la evolución natural del Estado autonómico.
¿De verdad que el PSOE no tiene nada mejor que ofrecer que unos postulados
basados en la darwiniana evolución
natural del constitucionalismo? El talante religioso, tan cercano al de los
nacionalistas catalanes, se advierte en ese énfasis con que nos dicen que creen firmemente en un modelo cuya
descripción no sé si incita más a la risotada o al llanto, gracias a esas singularidades inteligentes que más
parecen hablar de la robótica que de la democracia.
20. Por eso, quienes siempre hemos
defendido la Constitución y el Estado
autonómico, planteamos actualizarlo y
perfeccionarlo en una perspectiva
federal, porque el federalismo debe ser
el modelo definitivo de nuestra
organización territorial, como en otros
muchos grandes Estados del mundo.
Un modelo federal, cooperativo y
pluralista como vía idónea para dar
respuesta a las legítimas diferencias
que hoy se presentan desde diversas
comunidades autónomas, sin quebranto de
lo que ha de ser el respeto
eficaz al igualitario reconocimiento de
los derechos de los ciudadanos y
a la solidaridad interterritorial. Se
trata de conjugar igualdad y legítimas
diferencias, siendo conscientes de que
el reconocimiento de estas últimas en
territorios que las presentan en virtud
de sus especificidades o de “derechos
históricos” susceptibles del respaldo
jurídico que ya les da la Constitución
o porque las fijan sus estatutos, no
deben suponer diferencias en lo que a
los derechos de los ciudadanos y
ciudadanas se refiere. Mantenemos a ese
respecto una inequívoca voluntad
igualitaria desde la que nos oponemos a
todo lo que redunde en un trato
discriminatorio a la ciudadanía.
Más propaganda de las bondades del sistema federal y la
convicción de que solo él puede perfeccionar nuestro Estado, porque solo él es el modelo definitivo de nuestra
organización estatal. Desde ese convencimiento, ¿es posible un diálogo con
quien no comulgue con esa convicción? Un proyecto así, que no depende para su
instauración de la voluntad de un partido, sino del diálogo con las otras
fuerzas políticas, más parece un trágala que una propuesta de negociación. Bien
están las diferencias, las singularidades, los hechos diferenciales, las
nacionalidades, naciones, reinos, etc., pero, ¡alto ahí a que haya ni una
pizquita así de desigualdad en los derechos!, lo que no deja de ser un brindis
al sol, porque habitualmente se conculcan derechos lingüísticos de los ciudadanos
y no parece que a los redactores les importe lo más mínimo.
20. Las Reformas que proponemos
pretenden ofrecer las mejores soluciones
para cumplir dos objetivos básicos: Por
un lado, articular un Estado fuerte
y eficaz capaz de dar respuesta a los
problemas de nuestro tiempo y de
garantizar una alta calidad en la
prestación de los servicios públicos y, en
condiciones de igualdad para todos; y
por otro, garantizar el respeto a la
diversidad y dar respuesta a las
demandas de autogobierno de las entidades
que lo componen. Nuestra propuesta
tendría por finalidad lograr un Estado
más eficaz, más democrático y más
integrador. En definitiva, un Estado
cuya organización territorial responda
a una estructura federal.
No sólo seguimos con la verborrea, sino que los
redactores no tienen reparo en doblar el punto 20. Al fin y al cabo, qué más
da, si se añade a tanta inanidad política, a tanto discurso vacío y
propagandístico de las supuestas virtudes de un modelo que queriendo satisfacer
a todos no acaba satisfaciendo a nadie, salvo a quien se cree todas las
sandeces que en él se escriben sin rubor alguno, como si no hubiera, entre
nosotros, Gustavos Buenos que les saquen los colores y los pongan en su sitio:
el Hades de la ignorancia y la estulticia.
Choca mucho que ofrezcan la creación de un Estado fuerte
cuando venimos leyendo lo importante que es combatir el neocentralismo y la
necesidad de legitimar
territorialmente el Estado, en igualdad de condiciones con la legimitidad de la
soberanía popular del artículo 1.2 de la Constitución. ¿No se acuerdan de lo
que han escrito? ¿Es este proyecto una suma de ocurrencias, de eslóganes
baratos? ¿Hay detrás de la confección de este proyecto realmente algún
constitucionalista o alguien con dos dedos de frente y alguna neurona en
ejercicio detrás de ella?
21. Nuestra voluntad es ofrecer esta
reflexión y esta iniciativa al conjunto de las
fuerzas políticas con el fin de
recuperar lo mejor del espíritu constitucional
de 1978, en la búsqueda del máximo
consenso para una reforma tan
importante. Hacemos esta propuesta con
la mirada y la esperanza puestas
en el diálogo y en el debate sosegado y
productivo que permita dotar a
España de una organización territorial
del Estado mejor estructurada,
pensando en los intereses de toda la
ciudadanía, en la convivencia pacífica,
en el respeto a la unidad y a la
pluralidad territorial, así como en la cohesión
social y estabilidad políticas que
necesitamos y que deberíamos poder legar
a nuestras generaciones futuras.
Bien están los buenos sentimientos, pero, como ya he
señalado, parecen olvidarse de lo que han escrito antes. Si la solución federal
es la única capaz de perfeccionar
nuestro sistema, ¿cómo es posible que ahora se descuelguen con que el diálogo
sosegado nos permitirá acordar una refundación del Estado autonómico? ¿A quién
pretenden engañar? Tracen enhorabuena,
si así lo desean, las líneas que no están dispuestos a traspasar en la
negociación para no llamar a engaño a los demás, pero, hecho eso, bien pueden
pensar los otros que sus líneas los apartan del deseado encuentro, con lo cual
nos quedamos donde estamos: el PSOE federalizando y el PP recentralizando, y
los votantes de ambos partidos retirándoles su apoyo en las encuestas.
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