miércoles, 27 de diciembre de 2017

Apostillas al documento presentado por Iceta al Duodécimo Congreso del psC. IV


Y vamos con la cuarta entrega creciente...

Ciertamente una de las causas de esta pérdida de capacidad de atracción es generalmente compartida por el conjunto de la izquierda europea, hasta ahora incapaz de plantar cara a la crisis y de desarrollar una alternativa económica y social al modelo neoliberal y desregulado de globalización hoy hegemónico. La actual debilidad del proceso de construcción europea y las dificultades para cambiar las reglas de juego de las finanzas internacionales marcan un terreno de juego especialmente desfavorable para las izquierdas. *Es evidente que una de nuestras prioridades tiene que ser un compromiso de reflexión, presencia y activismo en este ámbito.
         *Aunque más adelante se avanza un repertorio reducido de concreciones, la frase que señalo es representativa del mal endémico del discurso político que tanto aleja a los ciudadanos críticos de la participación en los partidos: “compromiso de reflexión, presencia y activismo” vale tanto como los catálogos de buenas intenciones que nunca acaban concretándose en nada. Otra cosa es que se quiera indicar que han de crearse think tanks o laboratorios de ideas donde buscar las recetas políticas que permitan construir una alternativa a la mera gestión paliativa del  capitalismo imperante, es decir, resucitar la Internacional Socialista que tanto juego daba en la época de Olof Palme, por ejemplo. Desaparecida esa instancia de cohesión ideológica, se ha quedado todo en una suerte de “sálvese quien pueda” que, dado el ciclo económico que padecemos, ha acabado con la izquierda en Europa tal y como la conocíamos, al menos.
        
*La crisis económica favorece un repliegue individualista o de identidad que abona las posiciones conservadoras. Para ello hace falta que la izquierda combata el miedo generado por la crisis y su utilización política por parte de los conservadores. Como señalaba acertadamente Tony Judt, la derecha utiliza la crisis como excusa para desplegar de forma descarnada sus prioridades: menos Estado, menos protección social, menos solidaridad.
         *He aquí una afirmación que podría calificarse de rotundamente falsa. No sólo no ha sido así, sino que se han producido movimientos sociales de protesta que han buscado la fuerza de la masa, aunque ésta no supiera, más allá de la indignación, cómo podría hacerse frente a cuestiones de tanta trascendencia y sencillez como devolver lo que nos ha sido prestado. En esas masas, además, como ha ocurrido también en Portugal, no se genera un espíritu crítico que permita identificar a los responsables de ese alocado endeudamiento, sino que se manifiesta la más cruda desesperación frente a la amedrentadora pobreza inminente. En este juicio, querido Miquel, hay otra petición de principio que me es imposible aceptar: el individualismo es de derechas. Se trata de un análisis tan perezoso de la realidad que incluso me sorprende que lo hayas podido formular. Por otro lado, identificar  individualismo e identidad peca también de escaso rigor. ¿Qué opones, individualismo identitario frente a masa anónima, sin identidad individual? No acabo de entenderlo. Hay ahí una confusión que procede sin duda del viejo cliché del “individualismo burgués” que merece un desapolillamiento radical. El individualismo de nuestro siglo poco o nada tiene que ver con ese otro concepto esclerotizado, y el partido ha de entenderlo y adaptarlo a sus propuestas de acción política. De lo que se trata en realidad es de que las políticas socialistas permitan que la mayoría de los ciudadanos puedan desarrollar ese proyecto individual inalienable en un marco de posibilidades que no choque con las políticas que permiten ese desarrollo. Ahora, lamentablemente, muchos proyectos individuales no encuentran sino trabas e indiferencias que van creando un espíritu de rechazo del ideario socialista. 
*La cuestión es saber cómo impulsar las reformas necesarias para vencer la batalla de la competitividad en la economía global y, al mismo tiempo, garantizar la justicia social proporcionando una red de protección a los que la necesitan y también seguridad a todos.
         *Otro ejemplo más del lenguaje políticamente correcto que aleja a la ciudadanía de la participación política. Miquel, esta frase la puedo encontrar en algún discurso de los que va pronunciando Rajoy en sus mítines de fin de semana, porque se la he oído. Es obvio, por consiguiente, que algo falla. Los discursos de partidos tan diferentes pueden tener algo en común, por supuesto, pero no pueden ser intercambiables, porque entonces la política se reduce a un juego de personalidades y poco más. Vayamos un poco más allá de esta frase tratando de aportar algo positivo. Cuando hablas de “vencer la batalla de la competitividad”, por ejemplo, ¿por qué no entras en ese problema crucial de nuestra economía que es el despilfarro horario de las jornadas laborales, las más largas de Europa, y las menos productivas? ¿Por qué no se lanza el Partido a una campaña pedagógica sobre las virtudes de unos usos horarios más racionales que permitirían, además de mejorar la productividad, mejorar la conciliación laboral y familiar, uno de los grandes talones de Aquiles de nuestra democracia? La pomposidad de la frase “vencer la batalla de la competitividad”, con ecos marciales de pífanos que honran a los vencedores, esconde la complejidad de las estrategias para lograrla. Sobre la segunda parte, la política paternalista de subvención a fondo perdido, más vale correr el tupido velo que nos impida sonrojarnos ante la contemplación de semejante disparate, porque nada es tan contraproducente con el primer objetivo (la batalla de la competitividad) como hacer llegar a todo el mundo el mensaje de que nadie ha de “ganarse la vida”, que ya está el Estado para resolvérsela. Hay fórmulas de exigencia de formación a cambio de la ayuda social que aún no se han explotado del todo. Del mismo modo que tampoco se ha puesto de relieve la exigencia social de aceptar la movilidad laboral como un nuevo paradigma productivo. El modelo del trabajo al lado de casa, o a menos de hora y media, está acabado definitivamente; del mismo modo que el arraigo indefinido en una parte del territorio. Las generaciones jóvenes, parte de sus miembros, al menos, quizás los más preparados, saben que habrán de trabajar lejos de su residencia habitual. Y así ha de ser. No otra cosa es la economía global. Ahí están las deslocalizaciones para recordárnoslo: el trabajo “fijo”, geográficamente hablando, ha pasado a peor vida para los trabajadores y a mejor para los empresarios. Ninguna actividad económica está garantizada, y la competencia interterritorial será cada vez más dura. El valor sobreañadido que ha de definir la economía de los próximos años es el objetivo que se ha de perseguir.
Como dicen nuestros compañeros socialistas franceses en su nuevo programa, el sistema neoliberal es incapaz de situar a las personas por encima del beneficio, los fines por encima de los medios. Los retos son claros: *la regulación del sistema financiero, el abandono del dogma de la mano invisible del mercado que todo lo resuelve y **la sumisión de los intercambios comerciales a normas sociales y ambientales, evitando confundir derechos con mercancías que sólo están al alcance de los que las pueden comprar. ***Ninguno de estos objetivos es factible sin un combate cultural y de valores, sin una acción decidida a nivel europeo, sin una visión global de los problemas, los retos y las oportunidades, participando activamente en los esfuerzos de renovación del Partido Socialista Europeo y la Internacional Socialista.
         *Me parece bien el objetivo, y en esa dirección se ha de trabajar. Pero de aquella solemne declaración de Sarkozy en los primeros momentos de la crisis, “hay que refundar el capitalismo”, a la política de vasallaje a las instituciones financieras de “todos” los gobiernos del mundo hay un abismo casi imposible de saltar. ¿No sería más fácil comenzar por recordar el carácter de préstamo del dinero concedido a la Banca para su estabilidad, que habría de ser devuelto hasta el último euro, con los intereses correspondientes? ¿O las deudas de los partidos con la banca condicionan estos préstamos? Se intuye una interrelación “política-sistema financiero” cuya opacidad levanta las sospechas de todo hijo de vecino.
         ** Esa “sumisión” suena a algo así como a un brindis al sol, teniendo en cuenta la relación de vasallaje que antes he descrito. ¿No sería lo propio trabajar para desvincular la economía real del sistema especulativo, de la gran “casa de juegos” que es, hoy por hoy, la Bolsa, y cuyos efectos tan dramáticamente actúan sobre las economías reales? En cualquier caso, el radio de acción de un gobierno local es lo suficientemente amplio como para marcarle al sistema financiero ciertos cargas fiscales que permitan la adecuada redistribución de la renta.

         ***De nuevo el todo o nada como coartada para la inacción: o vamos todos juntos o será imposible; o es tarea de “todos” los gobiernos o será imposible. Estoy completamente de acuerdo, sin embargo, en el relanzamiento ineludible de la Internacional Socialista como instrumento de presión para conseguir esa “refundación del capitalismo” de la que habló Sarkozy, tarea en la que no pocos gobiernos de derecha estarían dispuestos a participar, dado cómo se las gastan los famosos “mercados” con ciertas economías. Dejo de lado, no obstante, el problema acuciante del uso de los dineros públicos, algo en lo que el propio PSC no ha puesto suficiente énfasis como propuesta política “diferenciadora”: la transparencia de las cuentas públicas y el buen uso del dinero de todos permitiría unas políticas de austeridad ejemplarizantes. La acción de gobierno, sin embargo, tiende al uso generoso y superfluo de los dineros públicos  y al sobreendeudamiento irresponsable.

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